Toda, toda eres perfecta,
toda eres donaire y gracia,
el amor vive en tus ojos
y la gloria está en tu cara.
La libertad me has robado,
yo la doy por bien robada,
más recibe el don benigna
que mi humildad te consagra..
Esto un zagal la decía
con razones mal formadas
que salió libre a los fuegos
y volvió cautivo a casa.
--J. Meléndez Valdés-- (siglo XIX)
La calle Velázquez no es la más larga de Madrid, pero si tiene sus tres kilómetros sobraos. Aquella tarde decidimos patearla de rabo a cabo. Sí, desde su noble cuna en la confluencia con la calle Alcalá, frente al Retiro, hasta su final plebeyo en la Fuente de los Delfines, ya en Chamartín.
Reconocedme que lo bueno que tiene pasear por una bonita zona urbana es que todo es tan ameno que ni te enteras de los kilómetros andados, ¡hay tanto que ver!. Y de eso precisamente le iba hablando a mi acompañante. Ella me decía mientras tanto:
--¡Qué calle más bonita, Joaquín!----
--Y tanto----le respondí----quizás sea una de las elegantes de la ciudad. A mi me encanta, ¡mira qué fachadas y qué tiendas!---exclamé señalándole a un lado y a otro--
Llevábamos un buen paso pues el camino a recorrer era largo y, si bien los primeros tramos aminorábamos la marcha hablando o mirando los espectaculares edificios, a partir del cruce con la calle López de Hoyos y dejar atrás el distrito de Salamanca, aceleramos la velocidad. Era ya terreno de las embajadas y por lo tanto más espacioso.
Tras casi una hora andando llegamos al final. Luego tiramos a la izquierda con la intención de volver por la Castellana. Bien, pues justamente en la esquina donde termina la calle, está la embajada de Rusia, tan de moda estos días por lo que todas sabéis. Ella no pudo resistir preguntarme:
--¿Joaquín, tú crees que Putin habrá estado alguna vez aquí en su embajada?--
--No lo sé----respondí----pero si sé que de joven estuvo en Barcelona, lo leí el otro día. Con éste tipo es como volver otra vez a la revolución rusa o a la guerra fría---concluí---
Bordeábamos en ese momento los jardines de la embajada y nos paramos un rato mirando el monumento que tienen dedicado a la nave espacial Sputnik. Luego torcimos hasta doctor Arce y enseguida a Vitruvio y a la Castellana. Antes de perder de vista la embajada se quejaba ella de que todos los pseudos-dictadores son iguales. Yo le di la razón, incluso le conté una historia:
--Cuando en la Revolución rusa de 1917 acabaron imponiéndose en el país los comunistas más exacerbados, comandados por Lenin----le dije----una de las primeras medidas que tomaron fue hacerle un juicio, ¡pásmate!, nada menos que a Dios, al que culpaban de todos los males--
--Jajaja, ¡No me digas!----se sorprendió mi amiga----¿y qué delitos había cometido?--- preguntó---
--No lo sé, supongo que entre los delitos que le imputaban estaría el de connivencia con los capitalistas o con los zares en detrimento de los proletarios----le respondí----
--Desde luego qué tontería---afirmó---
--Pues aunque no te lo creas se celebró la vista ante un Tribunal Popular presidido por el comisario de instrucción pública, el camarada Anatoly Lunacharsky. ¿Y saben cual fue el veredicto final?---le pregunté---
--No me lo digas que casi lo adivino, jajaja----se carcajeó---
--Sí, has acertado----le anuncié----fue declarado culpable y condenado a la pena máxima. Pena que se ejecutaría al amanecer del día siguiente. Y, efectivamente, a la mañana siguiente al alba, una compañía de oficiales dispararon una salva de fusilería enfocando las armas al cielo, jajaja---me carcajeé--
--¡Madre mía, cuánta estupidez!----se lamentó mi amiga---
-- Y tanto----le dije----no tengo datos para creer si fue un juicio justo y si algún jurista se atrevió a ejercer de abogado defensor, pero según estaba el patio en esas primeras jornadas de la Revolución, dudo que nadie se atreviera, jajaja--
Y llegamos ya en el Paseo de la Castellana, pero tuvimos que acelerar las zancadas porque se nos hacía tarde y aún quedaban por atravesar varias plazas antes de llegar a Colón, subir luego por Goya y dar otra vez con el principio de Velázquez. Allí teníamos el coche aparcado..
Joaquín
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