La carta que siempre esperé

                                                                                      

Todo empezó con la historia de una carta, o mejor dicho, la no historia, pues ésa carta nunca existió. 

Realmente se trata de una carta imaginaria que una vez soñé recibirla. Y es que cometí el error de no perdonar un desliz a la mujer de mi vida. El hecho me marcó para siempre. Aún ahora, muchos años después, no la he olvidado, ni creo que la olvidaré jamás. 

Leedla, por favor...

Querido Joaquín:

Ignoro si has conseguido olvidarme; yo aun sueño con volver a verte. Desde que no sé de ti algo ha cambiado en mi vida, sin duda a peor, pues a raíz de aquello nada me sale bien, me siento perdida.

En mis fantasías, imagino que estás conmigo y vuela mi imaginación al infinito; eso me permite soportar la angustia. Otras veces sueño que eres tú el que me llamas y cojo rápido el teléfono esperando oír tu voz vacilante al otro lado, suplicándome que vuelva, que no puedes más; incluso, en mi locura, creo verte desde mi ventana esperándome, inquieto y ansioso por verme aparecer. Pero enseguida vuelvo a la realidad y ante tu ausencia regreso, anímicamente vacía, a mis quehaceres..

Te fallé, es cierto, me deje llevar por un rato de placer y no supe decir que no a unos deseos acaso controlables; olvidé por un momento lo más importante de mi vida, a ti.

Podría haberte mentido, no haberte dicho lo que te dije: que fue una noche loca de alcohol y locura con un compañero trabajo, que no significó nada para mí, que sólo fue una vez, una hora de flaqueza dadas las circunstancias.. Pero no te lo merecías porque fueron muchas las veces que te juré fidelidad..

Ha pasado el tiempo y no sé de ti, pero te sigo queriendo con las mismas ganas de siempre porque, a pesar de la distancia... de tu olvido, necesito creer que algún pedazo de aquel gran amor que nos tuvimos todavía pervive en tu corazón.. 

Mari 

P.D. 

He ahí la carta que en vano esperé. Mari no llegó nunca a escribirla. A cambio, eso sí, me pidió perdón muchas veces.

Sin calibrar bien mi enorme dependencia de ella, cometí el error más grande de mi vida, hacerme el duro y dejarla marchar. Desde entonces no he vuelto a verla, y es tan grande el vacío en mi corazón, que de sobra sé que jamás nadie llenará..

Joaquín