jueves, 19 de septiembre de 2019

El triunfo del desconcierto..





Me besaba mucho; como si temiera
irse muy temprano... Su cariño era
inquieto nervioso..
Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos..
¡Ella presentía!.
Ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya..., y en su ansiedad
quería dejarme el alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.
--Amado Nervo--

No quiero contradecir a nadie pero, en este país nuestro que tanto queremos por razones obvias, tenemos las leyes penales más duras que existen en el mundo, para las victimas.. Si porque, fíjense bien, les pongo uno cualquiera de los miles de ejemplos que suceden cada día en todos los ámbitos de nuestra sociedad..
Un tipo, borracho como una cuba, o casi, con un coche de alta gama conduce de manera dislocada, de madrugada, por una carretera madrileña.. Lo han visto algunos aterrorizados conductores ir haciendo pirulas... No contento con ello, en momento determinado para el coche en el arcén y se da la vuelta dirigiéndose a toda pastilla en dirección opuesta, haciendo lo que solemos decir ahora, de kamikaze.. Ignoro en qué tipo de superación deportiva audaz y arriesgada iría pensando el tío pero, como era de esperar un desgraciado que venia tan ricamente por su sitio y a velocidad adecuada, le tocó en suerte ser el blanco perfecto de la osadía del niñato kamikaze...
El desgraciado era Víctor, un joven de 20 años que iba a trabajar como todas las mañanas al Carrefour de San Fernando. No hacía mucho que había encontrado, por fin, un trabajo de carnicero, lo que más le gustaba hacer.. Para más infortunio, si cabe, en su familia su otro hermano había muerto no hacía mucho y, Victor y su madre, solos en la vida, aun dormían juntos en un intento de superar miedos nocturnos y soledades..
Hasta aquí, aun en la desgracia, digamos que todo normal, en el sentido de que esto puede pasar en cualquier lugar del mundo desarrollado; niños malcriados los hay en la Cochinchina.. Y en cualquier lugar de este mundo, rico, el kamikace, de 24 años, iría a la cárcel de cabeza, a pudrirse por muchos años acusado de homicidio involuntario, o no tan involuntario pero, en este buenista país nuestro, el niñato asesino rápidamente fue puesto en libertad por el juez de turno, incluso habiéndose negado a declarar.. Algunos aun debemos pellizcarnos para saber si estamos soñando o es que somos así de imbéciles..
Apuesto que si el kamikaze hubiera sido un guardia civil, un cantante folklorico o un torero, las manifestaciones “espontaneas” de cientos de miles de indignados ciudadanos hubieran sido de aúpa para que lo fusilaran, pero no es el caso.. Aquí ni pestañeamos porque un alunicero como el “Goyito”, detenido más de cincuenta veces por robar coches y asaltar tiendas ni pase un día por el calabozo, o que cientos de carteristas con doscientos antecedentes a sus espaldas cada uno, todos conocidos por la policía y los jueces, actúen impunemente por las calles de nuestras ciudades robando y desgraciando la vida a sufridos ciudadanos y turistas, incluso que a un etarra con docenas de asesinatos de inocentes en su haber, con veinte años de pena salga a la calle tan alegremente, y encima le den un homenaje en su pueblo por valiente.. En fin, qué país este nuestro, ¡qué olvidadizos cuando interesa! ¡Qué blandos con los duros! ¡Qué duros con las víctimas!..
Joaquin Yerga

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