domingo, 8 de septiembre de 2019

Algunas cosas íntimas...





¿Qué es el amor? me preguntaba
una niña.. Contesté:
Verte una vez y pensar
haberte visto otra vez”
--Antonio Machado--

Julio César, el famoso general romano, además de ser, quizás, el mejor estratega militar de todos los tiempos, era un ligón de tomo y lomo.. Pero, (y no era raro entonces), se acostaba con hombres y con mujeres, más con estas últimas, claro.... Estando un día en el Senado debatiendo en acalorada disputa con Catón, (censor y guardián de las esencias republicanas) un amanuense le pasó una nota, que inmediatamente se dispuso a leer en silencio..
Catón (conocido por su honestidad y firmeza) era un tipo incorruptible, demócrata y republicano exquisito, así que, convencido de que no estaba bien eso de leer notas privadas en medio de una discusión política en la Casa del Pueblo, exigió a César que la leyera en público, o la rompiera y siguiera con el debate... 

Julio César, comedido y siempre respetuoso con amigos y hasta con acérrimos enemigos, le sugirió que se olvidara del asunto por el bien de todos.. Crecido en sus reproches y mirando al resto de senadores que comenzaban a interesarse por el asunto, Catón sonrió malévolamente y siguió insistiendo en que hiciera publico la nota... Obligado por las circunstancias y sin poder aguantar más, Cesar le dio la nota a Catón diciéndole que él mismo decidiera qué hacer con ella..
Cuando Catón echó de soslayo un vistazo al papel y se percató de lo que se trataba, se le puso primero la cara lívida, luego fue adquiriendo un color cárdeno angustioso. La nota era de su hermana casada Servilia e iba destinada a su entonces amante, Julio César, también casado.. En ella le enumeraba los juegos eróticos que tenia pensado para esa noche.. Por supuesto ni se le ocurrió a Catón leer en alto la misiva, pasó del asunto y fueron al grano, es decir, a los temas políticos de antes...
Canturreaban los soldados de Julio Cesar un canción "por lo bajines" cuyo estribillo decía: “César, el marido de todas las mujeres y la mujer de todos los maridos” .. Sin embargo, no hay muchos datos fiables, ademas de los rumores, sobre los amantes masculinos de César, salvo Nicomedes IV, rey de Bitinia, (una nación aliada de Roma).. Lean..
Cuando de muy joven César viajó por asuntos diplomáticos y militares a la corte de ése rey, contaron sus ayudantes cómo Nicomedes, muy agradecido a César por su amistad con Bitinia y, admirado de su bella y lozana juventud, le hizo vestir con ropas púrpuras, y unos sirvientes le llevaron a las habitaciones privadas de rey dejándole reclinado en un diván dorado; luego aparecería Nicomedes en pelotas picadas...
Ésta aventura de César en Bitinia se la echaron en cara sus enemigos toda la vida porque, si bien la homosexualidad estaba más o menos consentida en Roma, no era lo mismo dar que recibir. Me explico.. 

Los romanos entendían que una postura de sumisión, ya sea en relaciones heterosexuales u homosexuales, era indigno de un hombre, incluso de un esclavo.. Un hombre podía fornicar con otro hombre pero siempre que no adoptara una actitud pasiva, es decir, que no recibiera. Tengamos en cuenta que los varones pasaban la mitad de sus vidas en guerra y recluidos en campamentos militares; apenas veían a sus mujeres.. Creo que en muchas de las cárceles actuales aun se mantiene ese código..Por cierto, muchas de las mujeres de aquellos soldados también se consolaban como podían.. En fin, así es la vida, pura supervivencia... 
Joaquin Yerga



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