sábado, 14 de septiembre de 2019

Secretos de confesión..





No sé lo que he soñado

en la noche pasada.

Triste, muy triste debió ser el sueño

pues despierto, la angustia me duraba.


Noté al incorporarme

húmeda la almohada

y por primera vez sentí, al notarlo

de un amargo placer henchirse el alma.


Triste cosa es el sueño

que llanto nos arranca,

mas tengo en mi tristeza una alegría

¡Sé que aún me quedan lágrimas!

--Bécquer--


¿Os imagináis por un momento que hubiera cola delante de los confesionarios de las iglesias? Pues haced memoria los más viejos del lugar y recuerden los tiempos en los que casi había que coger número para confesar.. 

Mucho ha cambiado el cuento, como en todo. Ahora quizás sólo las mujeres mayores pasan por ese, digamos gustoso trance. Ya ven, qué pecados pueden cometer, las pobres, si apenas salen de casa para ir a misa..

De todas maneras reconozcamos la recompensa aliviadora y reconfortante que logran los que, por su avanzada edad o reiterada matraca, no tienen a nadie que les escuche y sólo los sacerdotes se prestan a ello.. Y no digamos lo desahogados que regresan a sus casas después de ser bendecidos y perdonados..

Ahora nos puede parecer a muchos un asunto antediluviano, sin sentido, una práctica absurda y fuera de lugar aquello de..

--¿Yo contarle mis más íntimos secretos a un cura? ¡Ni lo sueñes! ¡Qué barbaridad! 

Pero en tiempos pasados, en donde la religión lo abarcaba todo y el miedo al infierno estaba al pie de la calle, la confesión y posterior perdón de los pecados era fundamental para la gente aprensiva.. El morir sin que antes un sacerdote nos diera la extremaunción, que no es otra cosa que el perdón, era motivo de congoja extrema... Sin embargo..

No siempre en la historia de la Iglesia los curas tenían la potestad de confesar a los fieles.. Durante los tres primeros siglos del cristianismo con el bautizo bastaba para que se nos perdonase todos los pecados que cometiéramos durante nuestra vida.. Siglos más tarde sólo los obispos podían confesar, y luego, sobre el año Mil, se generalizó la confesión sacerdotal. 

Por cierto, ¿Sabían que si no hay un cura cerca y estamos a punto de expirar, siempre podremos contarles nuestras cuitas al hombre más honrado que tengamos a mano? Eso dicen, al menos, las ordenanzas eclesiásticas..

Y que sepáis que esto de contarles nuestros más pérfidos secretos a un cura para que nos absuelva de los pecados sólo pasa en el catolicismo; los protestantes, como siempre, se ventilan ellos solos, y los ateos suelen tumbarse en el diván de un psicólogo para quedar en paz consigo mismo.. 

Y digo yo, ahora que los españoles nos chivamos de todo, que no hay secreto en política ni en la vida privada de los famosos que no le soplen a algún periodista y lo publiquen..¡Todavía estamos por ver las memorias de un sacerdote!... 

Si mal no recuerdo han escrito "Sus memorias"  todo quisqui, desde políticos, policías, famosos, etc. pero no recuerdo ningún sacerdote largando todo lo que le han dicho en confesión.. 

¿Os imagináis al confesor de un político, a al del rey (aunque este ya tiene a Corina) aventando a los cuatro vientos los secretillos de alcoba de esta gente? Incluso los de la gente común sería un bombazo porque, apuesto que si un cura arrepentido publicara un libro de las confesiones íntimas de sus feligreses y feligresas sería un best seller inmediatamente.. 

En fin, mejor no dar ideas...

Por cierto, miren la tabla oficial de penas a cumplir (entre los curas) los que cometieren los siguientes delitos...

--Homicidio: ayuno diez años

--Sodomía: ayuno diez años

--Fornicación (una vez): ayuno tres años

--Fornicación (varias veces): ayuno siete años

--Robo: ayuno siete años

--Masturbación: ayuno un año

No sé vosotros, pero yo veo la tabla de penas descompensada; muy corta para el primer delito (homicidio) y excesivamente gravosa para el último (masturbación).. Evidentemente hoy las cosas han cambiado...

Joaquín Yerga






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