domingo, 22 de septiembre de 2019

Cosas de la mente...





Mi amada se fue a la muerte,
partió al misterio mi amada;
se fue una tarde de invierno;
iba pálida, muy pálida.

Ella que, por su color
gloriosamente rosada,
parecía un ser translúcido
iluminado por llama interna..
¡Qué lividez
aquella, la de mi Ana,
y qué frialdad! ¡Si tenía
hasta las trenzas heladas!

Hoy hace tres meses justos
que se la llevaron trágicamente
inmóvil, y recuerdo
con qué expresión desolada
se plañía entre los arboles
el viento de Guadarrama.
--Amado Nervo--


Phineas Gage fue un trabajador de ferrocarril americano que vivió a mediados del siglo XIX.. Durante sus 25 primeros años su vida fue un tipo excelente, admirable, pero un desgraciado accidente cambio su vida, y su personalidad.. Una barra de hierro desprendida de una maquina le atravesó el cerebro; tuvo suerte le operaron con urgencia y salvó su vida, sin embargo...
Físicamente quedó igual que estaba pero, Phineas ya no fue el mismo, se volvió inestable, agresivo, perdió el trabajo y tuvo graves problemas familiares.. Phineas se hizo un caso famoso en la ciencia; a partir de él los neurocientíficos han desarrollado toda una teoría acerca del cerebro, la mente y nuestro yo..
¿Sabían que el cerebro no es nuestra mente.. Sí, lo sé, difícil es aceptar esta afirmación; ardua tarea se nos hace separar una cosa de la otra.. Y es que solemos vincular, confundir, cerebro y mente. Decimos siempre que las personas somos, básicamente, nuestro cerebro, lo cual no es del todo cierto, ni mucho menos..
Miren, los estudios que se hacen sobre el cerebro nos lo confirman, éste no es más una parte del sistema nervioso central, un puñado de células llenas de neuronas, muy importantes, diría yo, pero simples células que por sí solas no tendría más importancia que las del riñón o las del bazo, por decir algunas; lo que de verdad somos, lo que realmente nos hace únicos a cada individuo son las conexiones neuronales, es decir el intercambio de micro-datos entre neuronas.. Según sean esas conexiones; su intensidad, la cantidad, la velocidad etc. etc. así seremos cada uno de nosotros..
Y no pensemos, que esto de ser cada uno como es, es algo sobrenatural, fijo, eterno, y que nuestro yo es inamovible, con su carácter, sus peculiaridades y personalidad, nada de eso, podemos cambiar, ser otro por cosas muy simples... Contaban en un articulo de una revista que leí no hace mucho, que durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados que asediaban Singapur estaban sometidos a una dieta pobre a base de arroz refinado; a causa de ello miles de hombres contrajeron la enfermedad llamada de Beriberi, una dolencia que provoca problemas cardíacos y convierte a los que la sufren en mentirosos compulsivos. Sí, sorpréndanse, tipos que quizás antes fuesen sinceros, noblotes, francos, se convirtieron en gualdrapas sin personalidad; y todo porque le faltaban en su dieta la vitamina B1, un elemento clave para extraer energía de la glucosa que produce algunos neurotransmisores.. Es decir, una cosa tan simple como falta de vitamina B1, nos hace cambiar de personalidad, nos hace diferentes, ya no somos los mismos ¡ya ven!.
Según el neurocirujano Sam Kean, nuestra memoria es un registro objetivo de la realidad.. Una herramienta que contribuye a nuestra supervivencia; con ella disponemos de un relato coherente que nos dejará siempre en buen lugar.. Una de las razones para explicar el fenómeno de los soldados es que, a memorias dañadas como la de los alcohólicos o los que padecen la enfermedad de beriberi, si se les pregunta por sus hijos, por ejemplo, antes de quedar en mal lugar al no recordarlos, se inventan unos que, posiblemente ni tuvieron.. ¡Qué cosas estas de la mente!.. Nunca deja de sorprendernos..
Joaquin Yerga





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