¡De
que sirve al triste la filosofía!
Kant
o Schopenahuer o Nietzche o Bergson
¡Metafisiqueos!
En
tanto, Ana mía,
tú
me has muerto, y yo no sé todavía
dónde
ha de buscar mi pobre corazón.
¡Metafisiqueos,
pura teoría!
¡Nadie
sabe nada de nada: mejor
que
esa pobre ciencia confusa y vacía,
nos
alumbre el alma, como luz del día,
el
secreto instinto del eterno amor!
No
ha de haber abismo que ese amor no ahonde,
y
de hallarte. ¿Dónde? ¡No me importa donde!
¿Cuando?
¡No me importa... ¡pero te hallaré!
Si
pregunto a un sabio, ¡Qué sé yo!, responde.
Si
pregunto a mi alma, me dice, ¡Yo sé!
--Amado
Nervo--
Pocas
construcciones que llamen poderosamente la atención se hacen en
democracia.. Y es natural que así sea porque, en democracia hay
oposición además de gobierno y el dinero se raciona, se vigila más,
y no es fácil gastarse el pastón que suelen costar estas enormes
obras; aunque casos se den que desmientan esta afirmación..
Si
se fijan bien, casi todas las grandes construcciones del pasado
remoto y no tan remoto (los grandes edificios, los palacios, las
pirámides, las catedrales o las suntuosas tumbas) se hicieron
durante dictaduras o monarquías absolutas, y esto era así porque el
que mandaba quería pasar a la historia como megalómano; y como
hacía lo que le daba la gana, ¡pues no hay más que hablar!...
Las
pirámides de Egipto las construyeron faraones divinizados y con
poderes omnímodos; para ello utilizaron a miles de esclavos; el
Coliseo de Roma, emperadores soberbios y enriquecidos, el
Monasterio del Escorial o el Palacio Real de Madrid,
reyes absolutistas los erigieron con la plata que vino de América;
en París, el emperador Napoleón del saqueo de sus naciones
conquistadas edificó el Arco de Triunfo, y
San Pedro en el
Vaticano por las inmensas riquezas de la Iglesia, y así todos;
bueno, incluso Franco hizo su colosal Valle de los Caídos,
valiéndose de prisioneros de guerra.. En democracia los monumentos
son más modestos, y más baratos; la Torre Eiffel, y algún edifico más o menos original como el museo Guggenheim
de Bilbao o la Ciudad de las Ciencias
de Valencia, por decir algunos cercanos, y poco más..
Sin
embargo, y por circunstancias las más de las veces también de
carácter económico, se pudieron construir mamotretos espectaculares
y obras increíbles en varias ciudades españolas que las podían
haber transformado de arriba abajo pero, se quedaron en el tintero, no
se pudieron hacer.. Miren algunos ejemplos que hubieran sido la leche
de haberse llevado a cabo...
En el Madrid del siglo XIX, el arquitecto Alberto de Palacio, el que diseñó
la Estación de Atocha o el Palacio de Cristal del Retiro, propuso a
las autoridades erigir en el centro del parque del
Retiro un enorme Globo Terráqueo
de 200 metros de altura apoyado en una ciclópea base de granito..
Hubiera sido lo más grandioso nunca visto, la Torrre Eiffel a su
lado sería enana. En Valencia, al arquitecto Vicente Ferrer casi le
dejan transformar la Iglesia de los Desamparados
(patrona de la ciudad) en la mayor cúpula de la cristiandad, mayor
incluso que la del Vaticano.. El ayuntamiento de Barcelona rechazó,
por caro, el proyecto de montar allí, nada menos, que la propia Torre
Eiffel, si la misma; antes de colocarla
en París se pensó en Barcelona.. Y en Sevilla, justo al
lado del campo de fútbol Sánchez Pizjuán, el arquitecto escocés
James Stirling, si no hubiera sido por denuncias urbanísticas,
habría construido el mayor centro comercial de Europa, rodeado de
torres residenciales de escándalo..Pero...
No crean que sólo los proyectos faraónicos mencionados hubieran
transformado nuestras ciudades, hay más; como el plan de hacer
navegable el río Tajo hasta Madrid, un cubo de cristal de 100 metros
de altura que hubiera hecho palidecer al Guggenhein, en Bilbao, o las
tres torres de cristal blanco, a llamarse: Valencia, Castellón y
Alicante, de 300 metros cada una de altura y a levantarse en la ciudad
de Valencia.. En fin, lo dicho, gracias a la democracia; si hubiera
habido dictaduras y con dinero, nuestras urbes más importantes serían, hoy en día, la repera de llamativas..
Joaquin
Yerga
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