viernes, 6 de septiembre de 2019

Cantos de Sirenas..





Tu sed de amar confirma

mis sospechas, desbordas

sensibilidad.

Eres ninfa de mar turquesa,

sirena disfrazada de mujer

en busca de un príncipe azul

que te decore el corazón

con poemas de coral.

--Joaquín--



La isla era paradisíaca. Los atrevidos navegantes que osaban acercarse a ella la llamaban Artemisa; tenia la fantástica particularidad de estar habitada por hermosas sirenas..

Una antigua leyenda decía que los marinos que se acercaban a la isla se dejaban atrapar por los sensuales cantos que emitían sus lindas habitantes, las sirenas. Se imaginaban bellas doncellas suspirando por amores errantes. 

Seducidos por las cautivadoras canciones de las ninfas, los marineros recalaban en la isla para hacer el amor con ellas. Pero una vez allí jamás volvían a salir. Contaban que las maravillosas playas de fina arena repletas estaban de huesos y calaveras de los ingenuos que caían en sus doradas redes.

Cuando Ulises y sus hombres volvían a su patria, Ítaca, al acabar la guerra de Troya, pasaron cerca de la isla, pero los dioses ya les habían advertido..

Dispuso Ulises que todos sus hombres, excepto él mismo, se cubrieran los oídos con tapones de cera. Fascinado, quiso escuchar esos cantos, pero ordenó que le ataran fuertemente al palo mayor de la embarcación y no le soltasen bajo ningún concepto, ¡pasara lo que pasara!. Y así lo hicieron, pero..

Según se acercaban a la isla las cautivadoras melodías de las sirenas arreciaban irresistibles. Sus hombres ajenos aellas por los tapones en los oídos, permanecieron incólumes, indiferentes a las seductoras llamadas. Pero Ulises, el héroe griego, el tipo duro, el más aguerrido, si los oía, e irreprimiblemente atraído por ellos chillaba, mascullaba y maldecía para le soltarán los amarres.. Advertidos como estaban no le hicieron caso y pudieron pasar de largo sin que las sirenas les embaucarán en sus traidores regazos.

Ulises pudo llegar a Ítaca. Allí le esperaba su más hermosa ninfa, su mujer Penélope, pero antes tubo que sortear mil peripecias más...

Joaquín 





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