Y
si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-el
tormento infinito que te debo ocultar-,
te
diré sonriente: «No es nada... ha sido el viento».
Me
enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
--J. A. Buesa--
Muntaz Mahal (La elegida de Palacio) murió con tan solo 38 años, pero había parido ya catorce hijos.. Falleció poco después del último parto. Su marido, el marajá, sufrió tanto su perdida que se apartó de cualquier decisión de poder y se recluyó en su palacio durante un año entero sin ver a nadie.
Cuando el marajá apareció en publico y sus súbditos volvieron a verlo, su cabello se había vuelto blanco, su espalda estaba encorvada y el rostro terriblemente envejecido...No, no fue el suyo un amor fingido..
Sha Jahan, el marajá, nunca se recuperó de su amor perdido... Como homenaje y para depositar allí los restos de Muntaz, mandó construir un soberbio palacio-mausoleo en el que se gastó la mayor fortuna de la época; contrató para ello a miles de obreros y a los mejores arquitectos conocidos...
Veintidós años tardó en erigirse el monumento. Cuentan las crónicas que el emperador lo visitaba todos los días sin faltar uno.. pero..
Pasó el tiempo y la vida siguió su curso; los hijos de Sha Jahn se hicieron mayores y como era habitual en aquellos tiempos hubo diputas entre ellos por cuestiones hereditarias..
Uno de los hijos, el mayor y más ambicioso se hizo con el poder y desplazó a su padre, que fue recluido hasta su muerte en el mismo palacio, su querido palacio. Lo único que pidió el buen hombre fue que le encerraran en una habitación desde donde poder contemplar la tumba de su amada...
Por cierto, lo habéis adivinado se trata del soberbio Taj Mahal. El gran poeta indio Rabindranath Tagore, dijo de él: Es una lágrima en la mejilla del tiempo
Joaquín
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