miércoles, 12 de junio de 2019

Historia de una lesbiana...




Mi Margarita, no me des enojos
de esa dulce locura de los excesos;
denme vida las luces de tus ojos
y dulzura las mieles de tus besos.
Si solo a ti te adoro, amada mía,
¿por qué dices que quiero a quien no quiero?
¡Oh musa de mi ardiente poesía,
mi vida, mi esperanza, mi lucero!
(Rubén Darío)


Faltaban aun trescientos años para que un tipo cualquiera, un manitas de una tribu íbera allá en una aldea cercana a la actual Elche, en Alicante, esculpiera la mayor belleza en arte antiguo que poseemos los españoles, “La Dama de Elche”.. Si porque mucho tiempo antes, en un lugar lejano, en la otra orilla de ese mar primigenio que es el Mediterráneo, cuna de tantas civilizaciones pasaban cosas...
Por ejemplo, en una pequeña isla al oriente de ése mar; isla paradisíaca, cálida, casi virgen. Allí unos cuantos riachuelos la cruzaban de norte a sur y viejos olmos cuajados de jilgueros y verdecillos cantores sombreaban sus riberas.. Situada cerca de la costa occidental de Asia Menor, (la antigua Jonia) entonces poblada por prosperas ciudades griegas, como Pérgamo, Mileto o Éfeso.. La pequeña isla, de cultura griega y habitada por acogedores, tolerantes y felices ciudadanos, tenia de capital a Mitilene, una ciudad hermosa que albergaba soberbios palacetes y templos entre los que destacaba el dedicado a Afrodita, diosa de la belleza y del amor..
Un sin fin de embarcaciones, barcazas y trirremes sobre todo, iban y venían del continente asiático a la península griega cargados con las más diversas mercancías que abastecían a las populosas ciudades de Atenas y Tebas.. Salían de Pérgamo o Mileto y enfilaban rumbo al estrecho de Corinto siendo avistadas desde la costa oriental de la pequeña isla por sus habitantes que todos los atardeceres salían a pasear por los farallones más elevados a verlas navegar en alta mar..
En el siglo VII a.c. vivía en la pequeña isla, Safo, la más sensible, la más bella poetisa de la antigüedad.. Mujer apasionada y esplendorosa que dirigía con amor y dulzura una escuela femenina en la que enseñaba a sus alumnas poesía, filosofía y música; algo inaudito en aquella época.. Un día pasó por Mitilene el famoso poeta errante Alceo y tuvo amores con ella, y le dedicó sus mejores versos... --“En cuanto te he visto, sólo un instante, no puedo pronunciar palabra.. Mi lengua se traba, un fuego sutil se desliza bajo mi carne, mis ojos nada ven y mis oídos nada oyen”-- Estos poemas escribió para ella..
Safo estuvo siempre enamorada; enamorada de las flores, de los pájaros, de la suave y cálida brisa procedente del mar y que envolvía la isla en verano provocando los más bellos y acogedores atardeceres de todo el Mediterráneo. También amó a jóvenes y delicados efebos de su ciudad, y a un apuesto marinero con el que se casó muy joven y le dio un hija, “ramillete de crisantemos” le llama ella a su niña...
Pero Safo también amó a mujeres; bellas y lindas muchachas; algunas: alumnas y discípulas suyas que la quisieron de veras; otras: jóvenes nativas atraídas por su ternura y primor.. Su pequeña isla era un remanso de amor y pasión en aquellos idílicos tiempos. Su fama traspasó con creces fronteras, siglos y milenios.. Sí, milenios porque han pasado ya 2.600 años y aun la recordamos. --“Pura Safo, la de los cabellos de violeta, la de la dulce sonrisa, quisiera decirte tantas cosas pero la timidez me detiene”-- Así hablaba de ella el gran Estrabón, el mayor historiador griego de la historia, que pasó por la isla y la conoció..
Sin embargo, Safo, tuvo también detractores, malas lenguas; gente envidiosa de su hermosura y felicidad que pasó por la isla y tal vez no fuera bien recibida. El caso que es que se propagó por el mundo heleno la patraña de que la isla era un nido de pervertidos, de fornicadores y viciosas lesbianas capitaneadas por Safo.. Y lo que suele pasar con las leyendas negras, que una vez arraigan no hay dios quién las quite.. Por cierto, la isla es preciosa y se llama Lesbos; está situada en el mar Egeo, frente a la actual Turquía. A las chicas homosexuales enamoradas de otras del mismo sexo les llaman safistas o lesbianas. Imagino que ahora entienden por qué...
Joaquin Yerga

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