¿Por qué cuando
hay estrellas
duermen blancos
sus sueños las doncellas?
¿Por qué cuando
las nubes las ocultan,
nubes pasan por
ellas?
¿Por qué hay
estrellas fijas
y otras errando en
busca de sortijas?
¿Por qué esta
noche tiemblan, sino para
que yo cante y tú
elijas?
¿Por qué eterna
la fe
nos arde en ese
cielo que se ve?
¿Por qué
nuestras dos almas allá vuelan?
¿Por qué, por
qué, por qué?
(Gerardo Diego)
La
diligencia salió a primeras horas de la mañana de la calle Carretas
de Madrid, junto a la Puerta del Sol. El camino hasta Sevilla es
largo, los obstáculos a sortear muchos y los peligros acechan.
La diligencia que sale de la capital camino del sur puede tardar hasta tres días en arribar a la ciudad andaluza.. Se cruza la Mancha con desahogo si el tiempo es apacible, pero Sierra Morena y sus escarpadas cumbres entorpecen en mitad del trayecto el pacifico devenir de los sufridos pasajeros...
La diligencia que sale de la capital camino del sur puede tardar hasta tres días en arribar a la ciudad andaluza.. Se cruza la Mancha con desahogo si el tiempo es apacible, pero Sierra Morena y sus escarpadas cumbres entorpecen en mitad del trayecto el pacifico devenir de los sufridos pasajeros...
Han
pasado ya cuarenta y ocho horas y la diligencia está a punto de
cruzar Despeñaperros; sus ocupantes, aliviados, dan
gracias a Dios, pero ahora entran en terreno inhóspito. Hasta
Córdoba aún hay kilómetros de camino por delante sin que se aviste
ninguna población; ni tan siquiera posada donde aquietar el cuerpo,
y el alma.. ¡De repente se oyen tiros y voces!.. El polvo impide ver
a través de las ventanas del carruaje nada de lo qué ocurre fuera..
¡La diligencia se detiene! ¡Que ocurre! ¡Qué pasa!..Gritan
todos...
Aterrorizados,
los pasajeros, tres hombres elegantes y una mujer bien emperifollada
con vistoso ropaje y relucientes joyas, han visto aparecer a un tipo
con un pañuelo tapándole la cara, un trabuco en las manos y una
mirada atroz que les conminó a salir de la diligencia..
Puestos
en fila y ante la mirada burlona de cuatro compinches mal encarados
montados en sus caballos, el tipo que irrumpió en el interior de la
diligencia les obliga a depositar en el interior de una bolsa de
trapo todo lo que llevaran de valor.. Asustados, no dudan ni un
instante en despojarse de joyas, mecheros de plata, anillos, collares
o pendientes que llevaban encima..
Una vez desplumados, los infortunados pasajeros vuelven a entrar en el carruaje y emprenden el camino a Sevilla.. Los bandoleros huyen con el botín; su rastro se diluye a lo lejos con la polvareda que dejan los caballos rumbo a la sierra donde les aguardan sus escondrijos..
Una vez desplumados, los infortunados pasajeros vuelven a entrar en el carruaje y emprenden el camino a Sevilla.. Los bandoleros huyen con el botín; su rastro se diluye a lo lejos con la polvareda que dejan los caballos rumbo a la sierra donde les aguardan sus escondrijos..
Todo esto de es una recreación que me he inventado para darle realismo a la cosa pero, imagínense la autovía -A4- que va desde Madrid a Sevilla.. ¿Cuántos kilómetros hay? ¿Quinientos?.. ¡son unos cuantos!.. Pues ahora imagínenselo hace trescientos años; sin asfalto, ni señales ni túneles, es decir, un simple camino rural, polvoriento en verano y embarrado en invierno...
En el
trayecto sobre todo en el entorno de Sierra Morena, había
tramos despoblados que eran el terreno idóneo para que los
bandoleros que infestaban la zona asaltaran las continuas diligencias
que iban y venían.. Para intentar mitigar en lo posible ese feo
asunto, el ministro de Carlos III, Campomanes, presentó
al rey un proyecto innovador, crear nuevas poblaciones en esos
desérticos tramos.. Le dieron el encargo al intendente
liberal, Pablo de Olavide, un navarro nacido en Perú que
enseguida se puso manos a la obra; estamos hablando de 1767..
Se pensó
para repoblar la zona, dada la escasa población española de
entonces, con gente de Europa central, sobre todo alemanes y
holandeses de religión católica, pero la cosa se complicó, los
gobiernos se esos países dificultaron la tarea y en vez de reclutar
campesinos honrados, solo pudieron traer temporeros tipos arruinados,
mendigos, vagabundos y algún truhan que otro.. en conjunto, unas
6.000 personas se pusieron en marcha camino de Andalucía..
Fundaron
quince pueblos a lo largo del Camino Real de Andalucía
(Autovía A4) entre
ellos: La Carlota, La Luisana, La Carolina (nombres de la familia de
Carlos III) o Prado del Rey.. Aparcelaron las tierras circundantes y
a cada familia de colonos le entregaron 50 fanegas de tierra, cinco
gallinas, cinco cabras, cinco ovejas, dos vacas y una puerca.. Y todo
con exención de impuestos durante diez años...
Pasado un
tiempo la cosa funcionó regular.. Algunas familias no se adaptaron y
volvieron a sus países de origen, otros murieron de enfermedades o
por el impenitente calor de la zona. También, Pablo de Olavide, el
organizador de todo el cotarro, cayó en desgracia con
la Inquisición y tuvo que exiliarse, con lo que
dejaron de tener un estatuto especial y tuvieron que subsistir como
cualquier pueblo de la zona.. El caso es que cincuenta años más
tarde solo quedaban unas 1.500 familias en esos pueblos, pero que aun
hoy, trescientos años después, se distinguen perfectamente por sus
apellidos y por sus rubicundos aspectos nórdicos... Desen una vuelta
por el bonito y bien diseñado pueblo de La Carolina, en Jaén, y
verán qué hermosas mujeres de ojos claros, herederas de aquellas
valquirias alemanas pasean por sus calles...
En fin..
Joaquín
Yerga
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