La dejé marcharse sola...
y, sin embargo,
tenía
para evitar mi
agonía
la piedad de una
pistola.
¿Por qué no
morir? --pensé--
¿Por qué no
librarme de esta
tortura?¿Ya qué
me resta
después que ella
se me fue?
Pero el resabio
cristiano
me insinuó con
voces graves:
¡pobre necio, tú
que sabes!
Y paralizó mi
mano
Tuve miedo, es la
verdad;
miedo sí, de ya
no verla,
miedo inmenso de
perderla
por toda una
eternidad.
Y yo preferí no
vivir,
que no es vida la
presente,
sino acabar
lentamente,
lentamente de
morir.
--Amado Nervo--
Ésta que les voy a
contar no es una historia de amor al uso ¡que va!. Más bien al contrario.
Cuando la lean verán que de amor tiene poco, ni tan siquiera
desamor. Quizás contenga, más que nada, una especie de abusos consentidos en
donde abundan los abusadores y sobre todo sufren las víctimas, que
siempre sois las mismas..
Es una historia dura y
sobre todo escatológica. Ya les advierto que tal vez alguien se
sienta molesta al leerla, por su crudeza. Por eso aún están a
tiempo de no hacerlo; yo les comprendería perfectamente. En fin, allá va...
Había una vez un rey
de Francia, Felipe II se llamaba (no confundir con
el nuestro). Reinó en el siglo XIII, es decir, en plena Edad Media;
tiempos oscuros de cruzadas, brujas y misterios..
Felipe se
había casado a los 20 años con Isabel de Henao que le dio dos
hijos; no obstante enviudó muy pronto, Isabel murió a los 19 años
al dar a luz a su segundo hijo. Como era norma de la monarquía
francesa pronto le buscaron otra esposa. Pensaron por motivos de estado en la joven Isabella de Dinamarca.. Se
concertó la boda por poderes, e Isabella de 18
añitos salió rumbo a París en busca de su marido, el rey... Se
encuentran, se agradan y llega la noche de bodas, pero...
Aún festejaban los
invitados las últimas viandas y los postres de la cena. Los recién casados, el
rey e Isabella, habían subido hacía sólo
un rato a sus aposentos a consumar el matrimonio, cuando.. ¡De
repente baja el rey, pálido y tembloroso, gritando y dando voces
diciendo que se quiere divorciar!..
Piensen qué escena y qué cara la de los comensales.. Pero no hubo manera de hacerle cambiar de opinión, al pavo. Se empeñó tanto que jamás volvió a tener relación marital con ella.. Acabó por recluirla en un monasterio..
Hubo dos versiones para explicar el extraño caso.. Una es la que sugerían algunos que algo sabían, que Isabella era hemafrodita y el rey casi enloquece al ver sus partes intimas.. La otra es que Isabella, en su nerviosismo por el crucial acto marital, (era una niña) se cagó (con perdón) literalmente encima de él, y el asco que le dio al menda fue el origen de todo.. Todavía, tantos años después, hay dudas sobre cuál de las dos versiones es la correcta..
Piensen qué escena y qué cara la de los comensales.. Pero no hubo manera de hacerle cambiar de opinión, al pavo. Se empeñó tanto que jamás volvió a tener relación marital con ella.. Acabó por recluirla en un monasterio..
Hubo dos versiones para explicar el extraño caso.. Una es la que sugerían algunos que algo sabían, que Isabella era hemafrodita y el rey casi enloquece al ver sus partes intimas.. La otra es que Isabella, en su nerviosismo por el crucial acto marital, (era una niña) se cagó (con perdón) literalmente encima de él, y el asco que le dio al menda fue el origen de todo.. Todavía, tantos años después, hay dudas sobre cuál de las dos versiones es la correcta..
Si han llegado
leyendo hasta aquí aún tienen tiempo de dejarlo, porque hay más y
peor. Si, y no es mi intención provocar inapetencias sexuales
ni de ningún otro tipo, faltaría más, pero debo; es más, me
siento obligado a contar algunas experiencias que quizás no sean del
agrado de todos... La vida y la historia son así, están llenas de
episodios maravillosos unas veces, atroces otros y desagradables las
más; el siguiente también pasó realmente..
Historias de la
primera noche de bodas; ésa noche en la uno se jugaba el tipo con su
amada, puesto que debíamos dejar el pabellón bien alto, las ha
habido a millares; teniendo en cuenta, claro, las circunstancias de
aquellas otras épocas.. Sé que ya no tiene sentido; ahora las
parejas ya se conocen en lo más intimo antes de dar el paso
definitivo y supongo que para bien, porque también las relaciones
sexuales pueden ser asunto de disgusto y decepción entre
enamorados..
Hasta hace unas
décadas ésa primera noche era mítica.. Si, era la primera vez que, en pelotas
picadas, frente a frente y generalmente en una habitación extraña
de un motel de segundo rango, se encontraban él y ella y,
reconozcámoslo, apenas nada se sabía de la coyunda; jamás se
habían visto películas porno, ni oído a sexólogos como ahora.. De hecho, casi
siempre salía mal; los nervios, las prisas, la excitación o la
brusquedad por desconocimiento de la sensibilidad femenina hacía que
la soñada noche de bodas fuese todo un espectáculo o una gran decepción..
Habrá millones de
historias que contar, como digo; una por cada uno de nosotros que ha
pasado por el trance. Les cuento otra relacionada con el tema, que por
su crudeza tal vez me llamen de todo menos bonito cuando la lean,
si no me lo han llamado ya...
Algo parecido a esa
primera experiencia que relatada al principio le ocurrió a nuestro
tragaldabas particular, Fernando VII.. Éste memo de rey, que tuvimos una vez, se casó en segundas nupcias (era ya viudo)
con María Josefa de Sajonia, una niña de 15 años que
se había criado en un convento; él tenía 36. Antes de la noche de
bodas nadie le explicó a la pobre niña cómo eran las relaciones
sexuales; algo que solía hacer algún pariente femenino de la
familia real. Así que...
Imagínense la
situación. La pobre chica entra en la habitación asustada;
aterrada diría yo. Ve llegar a ése animal gordo y grasiento que
ya era entonces Fernando, babeando de excitación, es
decir, más salido que el mango de un paraguas (es público y notorio
los desorbitados atributos sexuales de éste tontainas). La chica al
verlo llegar así, con los ojos como platos, cachondo y fusta en
mano, sale corriendo por los pasillos de palacio como alma que lleva
el diablo..
El rey disgustado por
la acción de la chiquilla convence a su cuñada y a la camarera
mayor para que instruyan como es debido en los oficios del amor a la
muchacha. Lo hacen y la chica accede a sus libidinosos deseos. Pero
está tan asustada que al ser penetrada con semejante atributo por este
bestia, la pobre niña se caga encima de él (perdón otra vez)..
Así, tal cual...
A pesar del cabreo el
rey termina la faena, se limpia como puede de la porquería y no
vuelve a ver a María Josefa hasta treinta días
después.. Curiosamente la desgraciada reina muere diez años después
sin haber tenido descendencia.. Ahora decimos y despotricamos, pero ¡pobres reinas de entonces; casi todas
simples niñas de jugar a la comba!.. En fin. Perdonen mi
vocabulario..
Joaquín Yerga
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