¡Ay! A un amigo
me dirijo en vano
pidiéndole
consuelo en tan extrañas
pesadumbres, ¡por
Dios! y el mismo hermano,
el mismo amigo,
con su propia mano,
me revuelve el
acero en las entrañas.
Yo no creía en el
amor. Hoy creo.
Creo, porque me
hieren sus espinas.
Yo era ciego
quizás..., y ahora lo veo...
Veo un sol que se
me hunde, y mi deseo
le sigue entre las
brumas vespertinas...
Escéptico era yo;
y en la alborada,
cuando al lucir el
arrebol naciente
me despertó la
aurora enamorada..
(Rubén Darío)
Imagino que todos los
españoles estamos obligados hoy lunes a hablar, admirar o a suspirar
por nuestro héroe deportivo, Rafa Nadal, y no es para menos..
Hoy en cualquier diario deportivo, y no tan deportivo, mundial,
aparecerá su cara y sus blancos dientes mordisqueando la bocana de
su doceava copa de Roland Garros.. Yo también me siento
obligado a dedicarle, al menos, unas lineas; es preceptivo..
¡Le debemos tanto a
Nadal!.. Apuesto que se convertirá, -ya lo es- en el modelo a seguir
en cuanto a pundonor y coraje ganador de las generaciones futuras; de
chavales con ansias de ganar que verán en él el tipo ejemplar,
limpio de trampas y sólo en la cima gracias a su enorme esfuerzo y
capacidad de superación..
No me negarán que
Rafa es una “rara avis” en un país de conformistas y
aprovechados. Que un tipo así, tan resistente, tan flemático y tan
luchador haya visto la luz en nuestros lares es para echarse las
manos a la cabeza, no es corriente; sólo Indurain se le aproxima
como poseedor de estas virtudes..
Yo lo admiro más si
cabe que otros, no porque me guste especialmente el tenis, que ni lo
entiendo ni he jugado nunca, sino por su carácter. Os aseguro que yo
seria incapaz, después de haber ganado mi primer Roland Garros
y algo más, de seguir en la brecha, luchando, entrenando y sudando
la gota gorda, cuando me podría dedicar perfectamente a vivir de las
rentas del título.. Me dedicaría a pasear mi copa y mi palmito por
platós y mentideros sacando de aquí y de allá y sin darle un palo
al agua.. y os advierto que, aunque muchos no lo admitan la mayoría
de españoles harían lo mismo que yo..
A Rafa se le compara
con aquellos pioneros deportivos patrios, tan dignos de alabar por sus
hazañas, como los míticos Ocaña o Bahamontes en ciclismo, Pedro
Carrasco o Urtain en boxeo, Paquito Fernández Ochoa en esquí,
Orantes o Santana en tenis, Ángel Nieto en Motociclismo, o el
recientemente retirado Fernando Alonso en automovilismo pero,
admirando sinceramente a todos ellos que me perdonen pero no tiene
nada que ver.. Estos tíos eran estupendos deportistas, líderes y
campeones mundiales en sus respectivas disciplinas en unos tiempos en
los que España era un puro desierto deportivo; sólo del Real Madrid
y del Barcelona tenían constancia nuestra más allá de los
Pirineos.., sin embargo lo de Nadal es otra cosa. Éste tío es un
fenómeno, un extraterrestre, y más todavía por haber nacido en un
país tan de resignados y acomodaticios..
Que un menda que ha
triunfado tanto, que lo ha ganado todo, incluido doce torneos de
Roland Garros amén de otros muchos, que ha sufrido infinidad de
lesiones, y que una y otra vez resurja de sus propias cenizas cuan Ave Fenix, es algo que tardaremos en volver a ver en
nuestro país. Por cierto, y a pesar de la ingratitud propia de un público que solo se fascina cuando se gana..
Porque un joven, (aun lo
es) que en vez de “tirarse a la bartola”, casarse y divorciarse una y
otra vez o pasear sus inmensos caudales y comprensible soberbia por
playas de moda y discotecas chic del brazo de hermosas modelos siga
recluyéndose cada año, cada temporada, sufriendo duros
entrenamientos y angustiosos dolores musculares para estar en forma y
volver a ser el número uno después de quince años, es una proeza
propia de dioses, no de humanos..
Que Rafa Nadal es ya
el más importante deportista español de todos los tiempos es
indudable.. En el panteón de los hombres ilustres debería ser
enterrado algún día, pero no como piensan la mayoría, es decir,
por su bien hacer deportivo, sino por su carácter tan extraordinario
y tan a contracorriente del español medio.. Que sea por muchos
años..
Joaquín Yerga
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