viernes, 15 de marzo de 2019

Hurgando en el pasado...





Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un Dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.

Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.
(Bécquer)

No crean que en todo asunto que se nos ocurra cualquier tiempo pasado fue peor, ni mucho menos. Hay aspectos que sí, faltaría más. Sin ir más lejos hemos ganado en progreso y humanidad. Sin embargo en otros no hemos alcanzado la magnificencia de antaño. Por ejemplo, hoy tenemos ciudades hermosas, liberales, míticas, poderosas y hasta envidiadas, sin duda, pero pocas llegan a superar el grado de grandeza y esplendor que alcanzó en su día Babilonia. Sí, la legendaria Babilonia..
No se lleven las manos a la cabeza por lo que les voy a contar, esto se dio solo una vez en la historia y dudo que se repita. Para ir abriendo boca les diré que a Babilonia se le empezó a ningunear su historia y belleza en cuanto el cristianismo empezó a coger fuelle, y les diré porqué...
A Babilonia la mencionan en la Biblia como “La Gran Ramera”. Pero esto tiene una perversa razón de ser, los babilonios en tiempos del gran rey Nabucodonosor, eran los mas fuertes y poderosos de la zona y, en guerra con los judíos, les ganaron en múltiples batallas. Incluso, prisioneros, los deportaron como esclavos a Babilonia. Allí permanecieron cautivos durante cincuenta años. Desde entonces cada vez que tenían ocasión o debían mencionar a ésa ciudad en la Biblia era para ponerla a parir, con perdón, y claro se inventaron historias y pasajes digamos poco amables con Babilonia...
Pero fíjense qué liberalidad de costumbres había en la legendaria ciudad ya en una época tan lejana (recuerden que estamos hablando de 2.000 años antes de Cristo). Según nos contaba el gran historiador griego Herodoto, que visitó la ciudad, toda mujer del país debía yacer con extranjero al menos una vez en su vida. Se sientan en el santuario de Afrodita, decía Herodoto; el extranjero le echa dinero en el regazo y yace con ella. Después ella tiene que decir en voz alta: “Te reclamo en nombre de Afrodita”, y luego se va a su casa a sus quehaceres y lleva una vida honesta. Evidentemente eran ritos sagrados antiquísimos en aras de la fertilidad..
Babilonia estaba situada en un lugar estratégico, en un cruce de caminos entre los ríos Tigris y Eúfrates, y llegó a ser tan populosa y deslumbrante que aún mil años después de sus desaparición estaba en boca de todos. Sus principales atractivos eran, su zigurat (torre de 90 metros de altura dedicada a los dioses), sus más de 50 templos, sus numerosos mercados, y sobre todo sus jardines colgantes, tan famosos y tan espectaculares; una de las siete maravillas del mundo, (posiblemente la segunda más increíble después de las pirámides de Giza en Egipto). .
Los jardines colgantes fue un regalo de Nabucodonosor a su esposa Amytis, que echaba de menos las montañas y el verdor de su tierra. Los jardines contenían plantas cultivadas por encima del nivel del suelo y las raíces de los arboles se enredaban en las elevadas terrazas en lugar de hacerlo en la tierra. Chorros de agua emergían desde fuentes elevadas; todo rezumaba arte y lujo real. Por cierto, el agua lo extraían del Tigris a través de norias y canales..
La ciudad estaba dividida en ocho distritos cada cual con su avenida central ajardinada en la que desembocaban numerosas calles jalonadas de soberbios edificios. No faltaban zonas comerciales, zocos, paseos y hasta un barrio rojo donde estaban las prostitutas (algo parecido a lo que hay en Amsterdam hoy en día). De ahí aprovecharon los judíos para llamar a la ciudad “La Gran Ramera”..
Babilonia también fue conocida por la Torre de Babel, un edificio escalonado de 65 plantas dedicado al dios Marduk. En su cúspide había un templo de ladrillo esmaltado que refulgía el sol desde muchos kilómetros de distancia. Según contaba Filón de Bizancio, la ciudad habían ideado un sistema de lo más ingenioso: altas chimeneas a cierta distancia de los edificios conectadas a los sótanos por túneles que discurrían por los jardines. El riego regular de las plantas filtraba agua que mantenía húmedas las paredes del túnel y producía una corriente de aire que refrescaba las habitaciones..
Todavía en el año 1174 de nuestra era, es decir 3000 años después del esplendor de la ciudad, visitó sus ruinas el judío español Benjamin de Tudela, y contaba.. “aun se encuentra allí el palacio derruido de Nabucodonosor, es inmenso, y los hombres temen entrar en él por las serpientes y escorpiones que allí anidan”..
Dicho queda..
Joaquin

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