Hurgando en el pasado...
Lo
que el salvaje que con torpe mano
hace
de un tronco a su capricho un Dios,
y
luego ante su obra se arrodilla,
eso
hicimos tú y yo.
Dimos
formas reales a un fantasma,
de
la mente ridícula invención,
y
hecho el ídolo ya, sacrificamos
en
su altar nuestro amor.
(Bécquer)
No
crean que en todo asunto que se nos ocurra cualquier tiempo
pasado fue peor, ni mucho menos. Hay aspectos que sí, faltaría más. Sin ir más lejos hemos ganado en progreso y humanidad. Sin embargo
en otros no hemos alcanzado la magnificencia de antaño. Por
ejemplo, hoy tenemos ciudades hermosas, liberales, míticas,
poderosas y hasta envidiadas, sin duda, pero pocas llegan a superar
el grado de grandeza y esplendor que alcanzó en su día
Babilonia. Sí, la legendaria Babilonia..
No
se lleven las manos a la cabeza por lo que les voy a contar, esto se
dio solo una vez en la historia y dudo que se repita. Para ir
abriendo boca les diré que a Babilonia se le empezó a ningunear su
historia y belleza en cuanto el cristianismo empezó a coger fuelle,
y les diré porqué...
A
Babilonia la mencionan en la Biblia como “La Gran Ramera”. Pero
esto tiene una perversa razón de ser, los babilonios en tiempos del
gran rey Nabucodonosor, eran los mas fuertes y poderosos de la zona
y, en guerra con los judíos, les ganaron en múltiples batallas. Incluso, prisioneros, los deportaron como esclavos a Babilonia. Allí
permanecieron cautivos durante cincuenta años. Desde entonces cada vez que
tenían ocasión o debían mencionar a ésa ciudad en la Biblia era
para ponerla a parir, con perdón, y claro se inventaron historias y
pasajes digamos poco amables con Babilonia...
Pero fíjense qué liberalidad de costumbres había en la legendaria
ciudad ya en una época tan lejana (recuerden que estamos hablando de
2.000 años antes de Cristo). Según nos contaba el gran
historiador griego Herodoto, que visitó la ciudad, toda mujer del
país debía yacer con extranjero al menos una vez en su vida. Se
sientan en el santuario de Afrodita, decía Herodoto; el extranjero
le echa dinero en el regazo y yace con ella. Después ella tiene que
decir en voz alta: “Te reclamo en nombre de Afrodita”, y luego se
va a su casa a sus quehaceres y lleva una vida honesta. Evidentemente
eran ritos sagrados antiquísimos en aras de la fertilidad..
Babilonia
estaba situada en un lugar estratégico, en un cruce de caminos entre
los ríos Tigris y Eúfrates, y llegó a ser tan populosa y
deslumbrante que aún mil años después de sus desaparición estaba
en boca de todos. Sus principales atractivos eran, su zigurat (torre
de 90 metros de altura dedicada a los dioses), sus más de 50
templos, sus numerosos mercados, y sobre todo sus jardines colgantes,
tan famosos y tan espectaculares; una de las siete maravillas del
mundo, (posiblemente la segunda más increíble después de las
pirámides de Giza en Egipto). .
Los
jardines colgantes fue un regalo de Nabucodonosor a su esposa Amytis,
que echaba de menos las montañas y el verdor de su tierra. Los
jardines contenían plantas cultivadas por encima del nivel del suelo
y las raíces de los arboles se enredaban en las elevadas terrazas en
lugar de hacerlo en la tierra. Chorros de agua emergían desde
fuentes elevadas; todo rezumaba arte y lujo real. Por cierto, el agua
lo extraían del Tigris a través de norias y canales..
La
ciudad estaba dividida en ocho distritos cada cual con su avenida
central ajardinada en la que desembocaban numerosas calles jalonadas
de soberbios edificios. No faltaban zonas comerciales, zocos, paseos
y hasta un barrio rojo donde estaban las prostitutas (algo parecido a
lo que hay en Amsterdam hoy en día). De ahí aprovecharon los judíos
para llamar a la ciudad “La Gran Ramera”..
Babilonia
también fue conocida por la Torre de Babel, un edificio escalonado
de 65 plantas dedicado al dios Marduk. En su cúspide había un
templo de ladrillo esmaltado que refulgía el sol desde muchos
kilómetros de distancia. Según contaba Filón de Bizancio, la
ciudad habían ideado un sistema de lo más ingenioso: altas
chimeneas a cierta distancia de los edificios conectadas a los
sótanos por túneles que discurrían por los jardines. El riego
regular de las plantas filtraba agua que mantenía húmedas las
paredes del túnel y producía una corriente de aire que refrescaba
las habitaciones..
Todavía
en el año 1174 de nuestra era, es decir 3000 años después del
esplendor de la ciudad, visitó sus ruinas el judío español Benjamin
de Tudela, y contaba.. “aun se encuentra allí el palacio derruido
de Nabucodonosor, es inmenso, y los hombres temen entrar en él por
las serpientes y escorpiones que allí anidan”..
Dicho
queda..
Joaquin
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