¡Qué cosas! ¡Vivir para ver!...
¿A mi me lo decís? Lo sé, es mudable,
es altanera y vana, y caprichosa;
antes que el sentimiento de su alma,
brotará el agua de la estéril roca
Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada..., pero...
¡es tan hermosa!
(Bécquer)
Un
tema que apasiona a muchos, entre los que me incluyo, es la historia
de los grandes viajeros que han recorrido mundos desconocidos en
épocas pasadas.. Si porque hoy en día es casi un paseo ir a
cualquier parte; el mundo es un pañuelo; lo sabemos todo del
planeta; no hay rincón que no haya pisado el hombre o que el resto
de la gente no hayamos visto en vivo o en la tele. Pero imaginen hace
cientos de años lo que sería ir a esas tierras lejanas donde ningún
occidental pisó jamás...
Debió
ser emocionante escuchar a esos viajeros que volvían de países
remotos después de años ausentes. Oírles hablar de costumbres
extrañas, de gentes raras, de paisajes de ensueño, o de animales y
plantas nunca vistas... ¿Y el viajero? Pues tuvieron que ser
verdaderos héroes, tipos valientes, osados, que se atrevían
transitar por caminos infestados de malhechores, atravesar montañas
escarpadas y cruzar formidables ríos, sufrir todo tipo de
calamidades como enfermedades, asaltos etc. también satisfacciones,
qué duda cabe...
Libros
y revistas de viajeros y viajes se editan por doquier cada año. Aun
nos sigue fascinando saber de remotas islas paradisíacas allá en el
extremo sur del Pacífico o del Índico, de selvas inescrutables en
donde todavía sobreviven alguna tribu amazónica virgen, pero reconozcan que apenas nada queda que no hayamos puesto el pie, a
cualquier lugar que vayamos por lejano que esté encontraremos algún
aborigen indolente tomándose una Coca cola o dándole alguna calada
a su cigarrillo Marlboro tan ricamente. Y no digamos en África, el
último continente por patear. Difícil no ver aun en zonas apartadas
del interior a niños jugando con alguna pelota de trapo pero con
camisetas baratas del Real Madrid o del Barcelona, y es que la
globalizacion, la tele y ahora internet han hecho estragos...
De
los viajeros de antaño, que eran los verdaderos héroes solitarios,
tal vez los más conocidos sean Herodoto (el padre de la
Historiografía) que enrolado en los ejércitos griegos nos contó de
primera mano todo lo que veía en aquella lejana época. Marco
Polo y su fascinante viaje de veinte años a China, inaugurando
la Ruta de la Seda. O Ruy González de Clavijo, ese enviado el
rey castellano Enrique III, que en el siglo XIV llegó hasta
Samarkanda, capital el Imperio Mongol con una embajada de amistad.
Más adelante, Cristóbal Colón y todos los españoles que le siguieron
después en su aventura americana; Magallanes y su vuelta al
mundo terminada por Juan Sebastián Elcano, porque a él se lo
zamparon unos indios caníbales; el inglés James Cook (el
señor del Pacífico) y sus pateos por todas las islas de ése océano
(Australia, Nueva Zelanda etc.).
También los hubo orientales, como el famoso viajero musulmán Ibn
Batuta, que salió de su Tanger
natal en 1335 y no regresó hasta ocho años después yendo a parar
hasta la China más remota, pasando por La Meca, Siria, Pakistán o
la India, siendo agasajado por reyes y sultanes árabes allá donde
pisaba, tal era su simpatía. Contaba en su libro cómo en algunos
países era obligación y costumbre desvivirse por los viajeros hasta
el punto que incluso los mandatarios los recibían con entusiasmo y
les regalaban esclavos y jóvenes púber para su uso y disfrute.
Es muy conocido el alemán Alexander Von Humboldt,
que recorrió en siglo XVIII gran parte de Asia y toda América y nos
lo contó de maravillas; y el doctor Livingstone,
escocés, que se internó, y se perdió por cierto, en África
central buscando las fuentes del Nilo. Noruega aportó a Amundsen
que fue capaz de atravesar la Antártida, (el continente helado) a
pie, y vivir para contarlo.
Y qué me dicen de aquellas intrépidas mujeres como la inglesa Mary Wordley
(siglo XVII) que para superar una depresión se fue a Turquía donde
se vestía de hombre para poder entrar en lugares donde la mujeres no
podían. Fue la primera occidental en entrar en un harén del sultán.
Cuando se publicaron sus cartas a los románticos les entró
verdadera fiebre por conocer Turquía y su fascinante mundo. O Anita
Delgado, la malagueña que en
la boda de Alfonso XIII, conoció y enamoró al maharajá de
Kapurthala, se casó con él y llegó a ser una verdadera reina en la
India; le construyeron un palacio al estilo Versalles para ella sola.
Bueno y no digamos de los viajeros el espacio como los tres hombres
(Armstrong, Aldrin y Collins)
que pisaron por primera vez la luna... En fin, como digo
apasionante... échenle un vistazo a algún librito de antiguos
viajes, disfrutarán como enanos..
Joaquín
Yerga
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