sábado, 9 de marzo de 2019

¡Ay!, si el retrete hablara...




          Amiga...

Ahora que el tiempo ha pasado

y ya casi nos hemos olvidado,

no sabes cuánto me gustaría verte

de nuevo y hablar de aquello.

Daría cualquier cosa por tenerte

frente a frente y que me contaras.

Fueran las que fueran tus razones

prometería entenderte.

Estoy seguro que por fin se aquietaría

mi alma con lo que me dijeras.

--Joaquín--



No sé a ustedes, pero a mi siempre me ha picado la curiosidad por conocer el origen de muchas de las cosas que usamos a menudo. Utensilios, bártulos, cachivaches, etcétera, que pareciera llevar con nosotros toda la vida pero que, ¿alguien los habrá inventado y usado una primera vez, no? ¡Vamos, digo yo!. Quiero descubrirles unos cuantos misterios acerca de unos inventos que cuando lo lean se van a echar las manos a la cabeza, por lo inverosímil..

La palabra ataúd viene del árabe, aunque también usamos un sinónimo para lo mismo, “caja” que procede del griego, pero.. ¿Por qué usamos el ataúd para meter los cuerpos inermes? ¿De dónde viene esa costumbre?. Pásmense con lo que sigue..

Hoy en día el ataúd es imprescindible puesto que metemos a nuestros muertos en nichos, pero cuando se trata de sepultura, como siempre se había hecho ¿Qué finalidad tenia la caja de madera cuando enterrando el cuerpo era suficiente? Pues no se lo van a creer, pero el invento del ataúd se hizo por temor a que el muerto volviera a casa.. Sí, no les miento, parece ser que todas las civilizaciones padecían el horror de que los fallecidos pudiera volver al lugar donde había transcurrido su existencia. Los antiguos vikingos le cortaban a los muertos la cabeza y los pies. Así se aseguraban de que no volvían. En cambio en las culturas mediterráneas le daban vueltas al cadáver antes de enterrarlos, para despistarlos; después le colocaban una gran losa encima, por si acaso..

Otro invento, en éste caso menos siniestro que el ataúd y, digamos, más reconfortante, es el retrete. Si, aunque nos parezca que llevamos milenios sentados en ésa poltrona de loza, tampoco lleva tanto tiempo inventado. Lo hizo un tal John Harington para la reina de Inglaterra, Isabel I, la llamada “reina virgen”. Éste buen hombre se estrujó los sesos pensando cómo quitar los olores del orinal que tanto incomodaban a la reina, y descubrió el inodoro con cisterna..

Ya saben que los pobres y menesterosos hacían sus necesidades en cualquier parte, mientras los ricos usaban los típicos orinales, o una especie de taza con asiento más grande y que luego los criados se encargaban de vaciar... Miren que coplilla satírica escribió Jonatan Swift, autor de “Los viajes de Gulliver”.. criticando a los señores y señoras más bien guarrillas que no apuntaban bien...

--”Bajar el utensilio ostentosamente por la gran escalinata

y en presencia de los otros sirvientes, y si alguien llama, abrir

la puerta de la casa sosteniendo la vasija llena en vuestra mano.

Si hay algo que pueda conseguirlo, esto hará que vuestra señora se

tome el trabajo de hacer sus necesidades en el sitio adecuado”--

¿Se imaginan que trabajo más oprobio?.. ¡Y nos quejamos ahora a pesar de la cantidad de prácticos artilugios que disponemos ahora para ese menester!... De todas maneras con lo del orinal no hace falta explayarme demasiado, cualquiera de nosotros que no cumpla ya cincuenta años los ha visto, incluso muchos, usado en sus casas... En fin..

Joaquín Yerga


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