El domingo, 17 de diciembre, la dulce y adorable
compañerita de mi vida volvió a casa herida ya
por el terrible bacilo de la fiebre tifoidea.
El lunes empezó a sentirse mal; el jueves, 21,
se encamó definitivamente y comenzó su
calvario hasta el 3 de enero, en que, perdida
la lucidez, fue cayendo, apaciblemente
recostada sobre el almohadón blandisimo
de la inconsciencia, en el seno insondable
de la muerte.
--Amado Nervo--
A ver, decidme: ¿Qué pensáis de la reencarnación?.
Tomaos vuestro tiempo antes de contestar.. Os lo digo porque a mucha gente le asusta la idea. Eso de que al morir nuestra alma y espíritu se aposentará en otro cuerpo que va a nacer en cualquier lugar del mundo es, cuanto menos, sorprendente.
Acojona el asunto, puesto que hemos crecido creyendo que nuestra alma no iría a otro sitio que no fuera al cielo o al infierno. Pero la hipótesis de la reencarnación tiene su lógica. Sí veréis: Si dice la ciencia que: la energía ni se crea ni se destruye sólo se transforma, ¿entonces,? ¿a dónde vamos nosotros cuando morimos?, me refiero a nuestros átomos..
¿Sabíais que un centímetro cúbico de nuestro cuerpo (el tamaño de un terrón de azúcar) contiene la barbaridad de 45.000 millones de millones de átomos? Pues ahora imaginaos cuántos átomos contiene el universo, o nuestro cuerpo entero. Además los átomos son muy longevos no se mueren nunca, y muy viajeros, se tiran toda una eternidad de un lado para otro.
Mirad, gran parte de los átomos de los que estamos formados, por ejemplo de los míos, habían pertenecido antes a algún personaje famoso. Como tengo tantos trillones de átomos, podéis calcular que unos 1.000 millones de ellos habían formado el cuerpo de Shakespeare, otros 1.000 millones de mis átomos alguna vez fueron parte del mismo Buda, y otros tantos de Beethoven. ¡Creéroslo, es así!.
¡Qué cosas!, y no os asustéis, porque si lo pensáis bien, con esto de la reencarnación nunca morimos del todo, ¿no os parece?..
Fijos lo que os digo: atendiendo a la mencionada frase de que la energía ni se crea ni se destruye, los átomos que se fueron del cuerpo de Napoleón ya se esparcieron por el universo, y según cálculos muy a lo bestia, yo llevo aproximadamente unos 1.000 millones de ellos, y no sólo yo, también vosotras y vosotros los lleváis. La pena es que estos átomos tardan decenios en redistribuirse por el universo, por lo que los de Elvis Presley, Mandela o Manolo Escobar no hemos pillado nada, serán parte de nuestros descendientes.
Un átomo es ínfimo, un millón de ellos alineados hombro con hombro no llegaría al grosor de un cabello humano. La cantidad de átomos que pululan por el universo siempre es la misma, por lo que se van constantemente redistribuyendo y cambiando de un cuerpo a otro.. Es decir, ¡la teoría de reencarnación es cierta!, pero extensiva a todo bicho viviente, o muerto, claro..
En fin, que sepáis que todas lleváis en vuestras entrañas parte del cuerpo de Marilyn Monroe o de la misma Cleopatra..
Joaquín
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