domingo, 10 de marzo de 2019

Mientras saboreamos los dos un café..



Voy contra mi interés al confesarlo;
no obstante, amada mía,
pienso, cuan tú, que una oda sólo es buena
en un billete de banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
¿Mujer al fin del siglo diecinueve,
material y prosaica?..¡Boberías!..

Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan en la lira;
¡Ladridos de los perros a la luna!,
Tú sabes y yo sé que en esta vida
con genio es muy contado el que la escribe,
y con oro cualquiera hace poesía.
(Bécquer)

Lo reconozco, soy un tipo con suerte; una vez siendo adolescente me ofrecieron fumar un porro a lo que accedí gustoso; comenzaba entonces a ponerse de moda la marihuana, pero.., tan mal me sentó el canuto aquel que jamás volví a probarlo.. Lo de la suerte lo digo porque, no crean que me resisto demasiado a caer en deleitosas tentaciones ¡que va! pero gracias a los efectos no deseados de ése primer porro me libré de haber seguido con el vicio. Os aseguro que el ambiente de entonces era el más propicio para tal menester...
También por aquellos tiempos, como casi todos los mi generación, caí de bruces en otros perversos hábitos como el tabaco y en menor medida la bebida. Del tabaco hice uso y abuso de él durante muchos años, demasiados; afortunadamente haciendo un titánico esfuerzo, para lo que es mi depauperada voluntad, conseguí perderle de vista, aunque como digo, gracias a mi endeble tenacidad volví a coquetear con él un par de fugaces temporada más...
Habiendo descartado totalmente las anteriores tentaciones, solo me quedan, pues, el alcohol y el café, (si consideramos a éste último como un pequeño vicio) como compañeros de perdición. La bebida no pienso dejarla aunque me ponga los cuernos con la pésima salud, además tampoco abuso ella, solemos llevarnos bien después del pacto alcanzado; yo no me propaso con ella y ella me ha prometido no incidir en mi úlcera... Y me queda el café...
Sigo estando de suerte, resulta que el café, después de haberlo puesto al pie de los caballos tantas investigaciones y pruebas durante décadas, dicen ahora que es muy saludable. Según los ultimísimos estudios, (aunque tampoco nos podemos fiar demasiado) es estupendo para la diabetes, para la memoria y hasta para el corazón, así que espero que la estrecha relación que mantengo con el café, bien cargado y solo, me ayude a mantener esta envidiable salud de hierro que me caracteriza... Pero.., hablando del café...
Cuenta la leyenda que allá por el año 850 de nuestra era, un pastor musulmán que vivía en Etiopía veía cómo sus cabras no conseguían conciliar el sueño, mostrándose siempre muy activas y nerviosas. Quiso el pastor comprobar la razón de esa actitud y llegó a la conclusión de que la culpa era de unos frutos caídos del cafeto que mordisqueaban por aquella zona. Un santón que había escuchado el relato del cabrero y necesitaba estar más tiempo despierto para sus rezos, utilizó eso granos de café como infusión, y ahí empezó todo...
Lo anterior es leyenda y como tal hay que tomarla; la realidad es que sobre el año 1420 ya se tomaba café en Turquía y en Siria. A Europa llegó en 1591 cuando un botánico italiano describió una planta que había visto crecer en un jardín de "El Cairo".
Los primeros pasos del café en Europa fueron confusos; muchos decían que era venenoso, o que viniendo de países infieles era poco menos que pecado. El mismo Papa Clemente VII disipó la dudas bebiendo él mismo ante su curia de cardenales una taza de café, mientras decía en plan socarrón “No siempre todo lo de los infieles es cosa mala, hijos míos..” ¡Y es que os Papas de entonces sabían vivir, no como Francisco!..
La primera cafetería estuvo en Londres, pero donde se hizo buen negocio con el café fue en París. Unos hermanos armenios residentes en la ciudad del Sena abrieron dos cafeterías y se forraron, pero no contentos con eso fletaron una tropa de vendedores ambulantes que recorrían la ciudad vendiendo el liquido negro y sabroso. En Marsella, ciudad de marineros por antonomasia, se inventó al poco el carajillo, echándole un poco de coñac al café... Ya en el siglo XVIII el café se vendía en las farmacias, convirtiéndose en la Bebida de moda de aquellos tiempos.. Y así hasta nuestros días; trescientos años llevamos bebiendo café a tutiplén. Es la bebida de infusión más consumida en el mundo, en donde cada día se ingieren más de 2.300 millones de tazas, contando, por supuesto, las cinco mías..
Dicho queda..
Joaquín Yerga

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