Voy
contra mi interés al confesarlo;
no
obstante, amada mía,
pienso,
cuan tú, que una oda sólo es buena
en
un billete de banco al dorso escrita.
No
faltará algún necio que al oírlo
se
haga cruces y diga:
¿Mujer
al fin del siglo diecinueve,
material
y prosaica?..¡Boberías!..
Voces
que hacen correr cuatro poetas
que
en invierno se embozan en la lira;
¡Ladridos
de los perros a la luna!,
Tú
sabes y yo sé que en esta vida
con
genio es muy contado el que la escribe,
y
con oro cualquiera hace poesía.
(Bécquer)
Lo reconozco, soy un tipo con suerte; una vez siendo adolescente me ofrecieron
fumar un porro a lo que accedí gustoso; comenzaba entonces a ponerse
de moda la marihuana, pero.., tan mal me sentó el canuto aquel que
jamás volví a probarlo.. Lo de la suerte lo digo porque, no crean
que me resisto demasiado a caer en deleitosas tentaciones ¡que va!
pero gracias a los efectos no deseados de ése primer porro me libré de
haber seguido con el vicio. Os aseguro que el ambiente de entonces
era el más propicio para tal menester...
También
por aquellos tiempos, como casi todos los mi generación, caí de
bruces en otros perversos hábitos como el tabaco y en menor medida
la bebida. Del tabaco hice uso y abuso de él durante muchos años,
demasiados; afortunadamente haciendo un titánico esfuerzo, para lo
que es mi depauperada voluntad, conseguí perderle de vista, aunque
como digo, gracias a mi endeble tenacidad volví a coquetear con él
un par de fugaces temporada más...
Habiendo
descartado totalmente las anteriores tentaciones, solo me quedan,
pues, el alcohol y el café, (si consideramos a éste último como un
pequeño vicio) como compañeros de perdición. La bebida no pienso
dejarla aunque me ponga los cuernos con la pésima salud, además
tampoco abuso ella, solemos llevarnos bien después del pacto
alcanzado; yo no me propaso con ella y ella me ha prometido no
incidir en mi úlcera... Y me queda el café...
Sigo
estando de suerte, resulta que el café, después de haberlo puesto
al pie de los caballos tantas investigaciones y pruebas durante
décadas, dicen ahora que es muy saludable. Según los ultimísimos
estudios, (aunque tampoco nos podemos fiar demasiado) es estupendo para la diabetes, para la
memoria y hasta para el corazón, así que espero que la estrecha
relación que mantengo con el café, bien cargado y solo, me ayude a
mantener esta envidiable salud de hierro que me caracteriza... Pero.., hablando del
café...
Cuenta
la leyenda que allá por el año 850 de nuestra era, un pastor
musulmán que vivía en Etiopía veía cómo sus cabras no conseguían
conciliar el sueño, mostrándose siempre muy activas y nerviosas.
Quiso el pastor comprobar la razón de esa actitud y llegó a la
conclusión de que la culpa era de unos frutos caídos del cafeto que
mordisqueaban por aquella zona. Un santón que había escuchado el
relato del cabrero y necesitaba estar más tiempo despierto para sus
rezos, utilizó eso granos de café como infusión, y ahí empezó
todo...
Lo
anterior es leyenda y como tal hay que tomarla; la realidad es que
sobre el año 1420 ya se tomaba café en Turquía y en Siria. A
Europa llegó en 1591 cuando un botánico italiano describió una
planta que había visto crecer en un jardín de "El Cairo".
Los
primeros pasos del café en Europa fueron confusos; muchos decían
que era venenoso, o que viniendo de países infieles era poco menos
que pecado. El mismo Papa Clemente VII disipó la dudas bebiendo él
mismo ante su curia de cardenales una taza de café, mientras decía
en plan socarrón “No siempre todo lo de los infieles es cosa mala,
hijos míos..” ¡Y es que os Papas de entonces sabían vivir, no
como Francisco!..
La
primera cafetería estuvo en Londres, pero donde se hizo buen negocio
con el café fue en París. Unos hermanos armenios residentes en la
ciudad del Sena abrieron dos cafeterías y se forraron, pero no
contentos con eso fletaron una tropa de vendedores ambulantes que
recorrían la ciudad vendiendo el liquido negro y sabroso. En
Marsella, ciudad de marineros por antonomasia, se inventó al poco el
carajillo, echándole un poco de coñac al café... Ya en el siglo
XVIII el café se vendía en las farmacias, convirtiéndose en la
Bebida de moda de aquellos tiempos.. Y así hasta nuestros días;
trescientos años llevamos bebiendo café a tutiplén. Es la bebida
de infusión más consumida en el mundo, en donde cada día se
ingieren más de 2.300 millones de tazas, contando, por supuesto, las
cinco mías..
Dicho
queda..
Joaquín
Yerga
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