domingo, 17 de marzo de 2019

Se llevó su gran secreto a la tumba..




Primero es un albor trémulo y vago,
raya la inquieta luz que corta el mar;
luego chispea y crece y se dilata
en ardiente explosión de claridad.

La brilladora lumbre es la alegría,
la temerosa sombra es el pesar.
¡Ay! En la oscura noche de mi alma,
¿cuándo amanecerá?
(Bécquer)

¿Qué tiene el antiguo Egipto que tantas pasiones levanta entre los occidentales? ¿Será su antigüedad? ¿La magnificencia de sus templos? ¿El perenne anhelo de encontrar la tumba incólume del ultimo faraón cuajada de joyas?.. Posiblemente todo esto y mucho más hace que sea tan atractivo ésta primera gran civilización humana...
Egipto lo tenia todo para ser uno de los primeros lugares donde floreciera el progreso y la cultura del hombre. Ese río extraordinario que recorre de sur a norte su desértico paisaje y que dos veces al año (de junio a septiembre) se desbordaba inundando sus margenes con el maná del barro más optimo para que floreciera unas ubérrimas cosechas, tenia, por narices, que hacer que sus suertudos habitantes vivieran muy bien y, saciado el hambre emplearan la mente para otros menesteres digamos, más ociosos.
Se daban en Egipto las condiciones adecuadas para que cualquier producto agrícola manara en abundancia: trigo, cebada, dátiles, uvas, cebollas, hortalizas, garbanzos etc. etc. No había más que sembrar y recoger; el sol, el barro y la aguas del Nilo hacían el resto; como dijo el historiador griego Herodoto, “Egipto es un regalo del Nilo” .. Hoy y debido a la gran presa de Asuán, en el sur del país, construida en los años sesenta, el Nilo ya no se desborda. Por cierto, gracias a la ayuda que le proporcionó España para salvar los templos de Abú Simbel, que iban a quedar sepultados bajo el agua por el gran embalse, el gobierno egipcio de entonces nos regaló a España el Templo de Debod que, transportado cuidadosamente embalado y reconstruido piedra a piedra en su estado original, está expuesto grandiosamente en Madrid, en la explanada del antiguo cuartel de la Montaña, de penoso recuerdo durante la guerra civil. Éste monumento no es demasiado antiguo (250 años antes de Cristo) para lo que son, por ejemplo, las pirámides, pero es una joya visitada por miles de turistas.
El amor por el Antiguo Egipto comenzó con Napoleón... Cuando siendo éste aun general, fue enviado por el gobierno francés después de la Revolución, al mando de 30.000 hombres, a combatir en Egipto y liberarlo de la ocupación turca, se llevó consigo a unos cuantos expertos en el tema. Por supuesto, que se conocía ésa civilización por historiadores y viajeros que habían hablado mucho de ella, pero después de la experiencia de los franceses entró en Europa una verdadera pasión por Egipto y sus faraones..
Nada se sabia hasta que Napoleón fue a Egipto de los secretos de los miles de jeroglíficos escritos en las paredes de templos y tumbas ni cómo descifrarlos, era una inquietante incógnita que traía de cabeza a los historiadores , y fue precisamente un experto llevado por Napoleón, Champollión, el que gracias a un túmulo de piedra de 112 cm de alto por 75 de ancho y de unos 750 kg (piedra Rosseta) encontrado en la desembocadura del Nilo, los supo traducir y conocer. En la famosa piedra, hoy en el Museo del Louvre de París, hay grabadas en tres de sus caras unas letras y dibujos en tres idiomas diferentes, griego, jeroglíficos y escritura demótica, lo que hizo pensar que el texto era el mismo, y efectivamente se trababa de un decreto del faraón Ptolomeo V.
Napoleón se puso la botas allá en Egipto, vio, disfrutó, manoseó y saqueó enormes riquezas arquitectónicas. Se llevó a París hermosos obeliscos, joyas, momias, ajuares de faraones y por supuesto la piedra Rosseta.. ¡Ah!, llegó a pasar personalmente siete horas seguidas dentro de la gran pirámide de Keops (la única de las siete maravillas en pie). Según compañeros suyos, pidió que le dejaran solo dentro de la gran tumba para hacer y sentir lo mismo que hiciera y sintiera el gran Alejandro Magno 2.100 años antes, cuando conquistó Egipto... Lo que sintiera Napoleón dentro del tétrico silencio de la tumba sólo él lo supo, se llevó al más allá el secreto..
Dicho queda..
Joaquin Yerga

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