sábado, 16 de marzo de 2019

A contracorriente...









Entre el discorde estruendo de la orgía
acarició mi oído,
como nota de música lejana,
el eco de un suspiro.

El eco de un suspiro que conozco,
formado de un aliento que he bebido,
perfume de una flor que oculta crece
en un claustro sombrío.

Mi adorada de un día, cariñosa
¿En qué piensas? me dijo.
En nada...en nada ¿y lloras? Es que tengo
alegre la tristeza y triste el vino.
(Bécquer)

Estamos pasando en España por una dura y estúpida época revisionista. Después de los largos años del franquismo, en donde todo lo nuestro sin cortapisas era lo mejor; adorábamos a nuestros héroes de la reconquista, a los descubridores de América los teníamos en un pedestal, y hasta conocíamos a los últimos de Filipinas. Sin ir más lejos, teníamos hasta el Día de la Raza; quizás fuera demasiado embelesamiento, no lo niego, pero de ahí a echar pestes de todo nuestro pasado va un trecho que solo se lo saltan los muy ignorantes en su desconocimiento o los muy malvados en su perfidia...
Dicho esto, nadie con dos dedos de frente dudaría de que nuestros antepasados cometieron muchos excesos, demasiados tal vez, pero no más que cualquier pueblo de otras épocas. Ningún país importante de Europa que fuera antaño potencia colonial se salva de la quema, todos y cada uno hicieron de la suyas en esos cinco continentes que un día colonizaron; la única diferencia entre el resto de países y nosotros, es que ellos siguen estando orgullosos de su héroes y nosotros derribamos sus estatuas..
En América, ¡claro que cometimos errores!, qué se podía esperar de gente surgida de la España profunda de entonces, tipos rudos, labriegos, porqueros como Pizarro, aventureros, ladrones, pícaros, curas trabucaires, etc. que de todo había; solo algunos jefes durante los varios siglos que duró la total colonización del continente fueron gente instruida, profesionales de la milicia u honrados administradores...
Si aun ahora, en esta civilización tan avanzada que tenemos, todavía los hay salvajes, capaces de hacer las mayores barbaridades, qué no harían aquellos tipos tan lejos de sus casas con aquellos escasos medios, en tierra tan extraña nunca vista antes, y en unos tiempos en los que las prioridades y la escala de valores era muy diferente a la actual..
Las enfermedades europeas redujeron drásticamente la población india en América, sin embargo los españoles en compensación y abusando de su fortaleza contribuyeron al mestizaje y a reforzarlos genéricamente. Estos hombres tan lejos, (a decenas de miles de kilómetros de su tierra) y tan solos, se entregaron frenéticamente a la labor de fecundar. Imagínense como seria la cosa: Unos tipos rudos, casi salvajes, (la mayoría hombres) llegan después de una infernal travesía de meses a un lugar a medio camino entre paradisíaco y selvático y se encuentran con miles de mujeres y hombres nativos totalmente desnudos y mas inocentes que unas bragas rosas, pues que rápidamente cada uno se fue haciendo con su harén particular, con o sin permiso de los nativos machos.
Decía el mismo Colón al llegar la primera vez a lo que ahora es la República Dominicana: “Van desnudos todos, hombres y mujeres, como sus madres los parieron, Verdad es que las mujeres son muy guapas y de buen acatamiento, ni muy negras, salvo menos que las canarias”. El conquistador Pedro Hernández comenta: “Las indias tienen a gran afrenta negarse a quien le pida yacer con ellas y dicen que para qué se lo dieron sino para aquello. Orellana, el descubridor del Amazonas, dijo: “Las indias son lujuriosísimas”.. Gonzalo Fernández de Oviedo escribió: “El español que no tenia ocho o diez es porque no quería”.. Del Paraguay se decía que era como el paraíso de los musulmanes, aludía a los concurridos harenes de mujeres de los que disponían los colonos...En fin, como dijo alguien una vez, los americanos del sur y del centro no descienden directamente de aztecas, mayas, incas o mapuches ¡que va!.. Hay más sangre española en sus venas que aborigen..
Dicho queda...
Joaquín Yerga

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