Perdóneme de nuevo, si le digo estas cosas,
pero ni los rosales dan solamente rosas;
y no digo estas cosas por usted ni por mí,
sino por los amores que terminan así...
Pero vea, señora, que diferencia había
entre usted, que lloraba, y yo, que sonreía,
pues nuestro amor concluye con finales diversos:
Usted besando a otro; yo, escribiendo estos versos...
--J. A. Buesa--
¿Sabéis cómo despachaba el rey francés Luis XIV sus asuntos de estado? Bueno, como el tipo mandaba mucho, (fue ese rey que dijo que, "L'État, c'est moi", El estado soy yo) pues el menda, sobrao, recibía a sus ministros y embajadores sentado en el retrete de su palacio. Sí, como lo oís...
Al terminar su faena, un mayordomo le limpiaba el ojete con un algodón empapado en perfume. ¿Os imagináis la escena? Conste que el retrete estaba acoplado a una especie de trono real.
El tipo era un guarrete, como todo lo palaciego de aquella época, sin embargo, parece ser que se limpiaba el cuerpo todos los días con alcohol de desinfectar y se cambiaba de ropa muy a menudo. Aunque bañar bañar sólo lo hizo tres veces en su vida, el muy...
Pero Luis XIV tuvo que ser muy coqueto, eso sí, pues se le cuentan por miles los espejos en su Palacio de Versalles, así como más de cuatrocientas camas.. En fin, todo un personaje.
No obstante, que sepáis que no es Versalles el palacio más grande de Europa, que lo es el Palacio Real, de Madrid, con, ¡pasmaos!, 3.418 habitaciones. ¡Madre mía!.. Eso sí, el de Versalles tiene unos jardines inigualables.
En fin..
Joaquín
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