Una mañana quise darle una sorpresa: compré en un souvenir una taza de café con la palabra “Te Quiero” en el fondo. En cuanto llegó ella a la cafetería, me levanté y le pedí al camarero que por favor usara esa taza para su café
Esperé expectante y con el corazón desbocado deseando que apurara el café y viera el “Te Quiero”... Pero, no pudo ser, dejó el café a medias. La llamaron urgente al móvil para que se presentara en la oficina de la empresa donde trabajábamos los dos.. Antes de irse me rogó que pagara yo el desayuno.
A la mañana siguiente ya no se presentó. Pregunté en las oficinas y me dijeron que la habían despedido; estaba incluida en el ERE del que ya se rumoreaba hacía días. No volví a verla.. Quedé apesadumbrado.
Pasado unos años tropecé con ella, de casualidad.. Coincidimos en una calle comercial de Madrid.. Nos miramos y nos reconocimos.. La invité a tomar una cerveza.
En cuanto nos sentamos en la mesa del bar le confesé lo de la taza, y lo enamorado que había estado de ella, aún creía estarlo (esto último no se lo dije). Se sorprendió, pero más me sorprendí yo cuando me dijo que también ella me quiso un poco y que si hubiera visto el fondo de la taza ahora hubiéramos estado juntos. Pero...
Ya era tarde, estaba casada y con dos hijas. Me mató saberlo, pero disimulé, le sugerí que me alegraba por ella, y que yo también estaba comprometido; mentira podrida, claro.. Nos dimos unos besos y nos despedimos, pero antes nos apuntamos los teléfonos, aunque temí no volver a verla más, y temí bien...
La vida se me hizo más cuesta arriba a partir de entonces.
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