Es curioso, a veces debemos perder para siempre a ciertas personas para que pasen a ser realmente nuestras.. Por ejemplo, en mi caso, mi madre...
Mi madre, en vida, era la mujer de su marido, madre de mis hermanas, y hasta amiga de sus amigos, vecinos y parientes, es decir tenía que compartirla con todos ellos. Pero murió, y entonces fue exclusivamente mía. Mi madre está muerta, es cierto, pero siempre estará a mi lado. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdemos.
Mías son también las mujeres que amé y me dejaron, y los amigos que se me fueron, ya son solo míos, y los recuerdo a mi gusto, a mi manera. Sus presencias ya no están sujetas a ningún tipo de zozobra, ni a otras circunstancias.. En realidad, y como dijo también Borges: no hay más paraísos que los paraísos perdidos
Joaquín

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