domingo, 1 de diciembre de 2024

El chino y el torero

                                                                              



Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,

más allá de la bruma de mis ojos huraños,

la ansiedad de las horas convirtiéndose en días

y el horror de los días convirtiéndose en años...

---J. A. Buesa--


En Sevilla, en el mismo barrio de Triana, vivía un conocido torero llamado 'El Curro'. Tenía el Curro dos perros grandes a los que sacaba a pasear a diario.

Cerca del Curro se mudó un jovial chinito, empleado en un restaurante oriental cercano, quien no sabía pronunciar bien la erre, como todos los chinos.

Una mañana se encuentran los dos, y el chino le dirige un cordial saludo: ¡Buen día señol Culo!

Qué poca gracia le hizo al Curro ese saludo, pero lo dejó pasar. Eso si, cada vez que se veían, el mismo saludo. Hasta que un día el Curro ya no pudo aguantar más, y le echó los perros al chino.

Asustado, el asiático sacó un cuchillo del bolsillo que siempre llevaba consigo, y se paró rígido en posición de defensa, listo para enfrentar los perros. El Curro se da cuenta que el chino va a cortar a los perros, y pega un silbido. Los perros entran a casa.

Esto se repite varias veces, hasta que el chino decide poner la denuncia en la comisaría.

El comisario le pregunta:

---¿Cuál es su problema, amigo?

A lo que el chino responde:

---Mile señol comisalio, mi denuncia es polque los pelos del culo no me dejan caminal.

El comisario se quedó perplejo, pero le siguió la corriente y dijo:

---Bueno amigo, pues córteselos.

El chino respondió:

---Eso es lo que quielo hacel, pelo cada vez que los quielo coltal, el Culo silba y los pelos se van pala adentlo.

En fin, es muy malo, ya lo sé, pero, bueno, no tenía otra cosa a mano. Me conformo con que hayáis sonreído un pelín. 😅😅😅

Joaquín






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