Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada
una rosa inmaculada
de un rosal.
Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.
--Álvarez Quintero--
¿Por qué, en general, rehuimos la soledad? ¿Por qué la mayoría de nosotros preferimos estar acompañados la mayor parte del tiempo? Muchas personas evitan a toda costa estar solas. De ahí que busquen mil y un planes para hacerlos con otras personas. Tienen miedo a sentir la soledad, a quedarse en silencio consigo mismas.
¿Que por qué no aprendemos a estar solos?. Pues eso digo yo, a ver por qué nos necesitamos unos a otros sin parar: ver la tele, oír la radio, salir a la calle; en definitiva, gente gente. Va a ser que la sociedad nos ha hecho así, excesivamente dependientes.
Pues lo creáis o no, necesitaríamos haber aprendido desde la infancia cómo pasar tiempo con uno mismo. Eso no significa que uno deba ser un solitario, sino que no debiera aburrirse consigo mismo. Ya lo decía no sé quién: “Si te sientes solo cuando estás contigo mismo, estás en mala compañía” Y estos días navideños nos ponen a prueba.
Joaquín
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