Tras la tempestad, ella le escribió en el wasap:
---Déjalo así, mañana lo resolvemos
Él le contestó que de acuerdo, que mañana hablarían.
Se sentó en el sofá y encendió la tele, luego volvió a coger el teléfono. Ella seguía en línea. Se quedó mirando, pero no apareció la palabra "escribiendo". Y él no iba a dar el brazo a torcer, después de todo no era su culpa.
Una hora más tarde miró de nuevo el móvil y el "Online" había desaparecido. Se quedó pensando. No sé, una sensación extraña le invadió de súbito. Era como si una voz dentro de su cabeza le dijera: ¡Qué coño haces! ¿Te inquieta saber que ella no está bien? ¿Hiciste lo suficiente? Seguro que está llorando; con todo lo que la amas: ¿No podrías hacer un esfuerzo mayor?..
Por un momento imaginó que estaba hablando más consigo mismo que con ella, y que probablemente ni siquiera iba a dormir por el disgusto. Así que, cogió el teléfono y la llamó:
---Cariño, soy un idiota, perdóname---le dijo---no mereces dormir mal por la discusión; tienes derecho a estar furiosa. Si quieres resolver mañana lo resuelves, pero hoy quiero que sepas cuánto me gustas. Te amo porque eres la única persona en quien confío y la única con quien puedo contar.
Ella esperó sólo a medias su diatriba, porque enseguida su voz sonó atronadora:
---¡Ni lo siento ni dada, petardo, vete a la mierda!. ¡No sabes cuánto me alegro que me hayas abierto los ojos!. ¡Ni se te ocurra llamarme más!. Y cortó..
En fin, no sé qué deciros.😕😕😕 Dos horas se quedó mirando el móvil absorto, atónito, estupefacto, helado, alucinado, patidifuso, turulato, desconcertado, boquiabierto...
Pero no os preocupéis por él, ya está mejor, y os lo digo yo que fui el afectado.
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