Cuando
de infiel te acusa
mi
entendimiento, y luego
mi corazón te
excusa,
sé por qué el Amor es
ciego.
Cuando tras pasión
nueva
de mí huyes veleidosa,
sé
por qué el Amor lleva
alas de
mariposa.
Y cuando mi
esperanza
muere y en celos ardo,
sé
por qué el Amor lanza
su ponzoñoso
dardo..
--Vicente Querol--
Se vieron por casualidad en una tienda de la calle Sevilla de Zafra, era verano y estaban de vacaciones. Hacía treinta años que nada sabían el uno del otro. Sus siluetas y sus caras se reflejaban nítidamente en el cristal del escaparate. Se reconocieron enseguida a pesar de los años. Ella iba con su marido, él con su mujer, y habían sido novios.
Se ruborizó al verla. Ella fue más decidida y dio el primer pasó para saludarle. Se dieron unos besos cordiales. Uno de los cuatro, no recuerdo quién, propuso tomar unas copas y seguir hablando. Entraron, pues, en una cafetería de la Plaza Grande para celebrarlo. Fue una tarde maravillosa, según él..
Al despedirse llegaron los abrazos y los besos, y se apuntaron los teléfonos con la intención de llamarse pronto y mantener el contacto. No obstante, un cruce de miradas cómplices, esclarecedoras, que sólo dos antiguos amantes podían descifrar irrumpió sospechosamente en el cargado ambiente del bar.
Pasados un para de días la llamó por teléfono. Quiso tantear el asunto, porque ni se atrevía a decirle de quedar a solas con ella ni tampoco estaba dispuesto a olvidarla otra vez.
Como siempre fue ella la que zanjó la cuestión. Conociendo de sobra sus intenciones, se adelantó y, sin remilgos, le propuso quedar un día entre semana, en el mismo lugar donde se habían visto, en Zafra, lejos de Fuente de Cantos..
Llegó el ansiado día.. él puso una excusa peregrina en casa para ausentarse unas horas, cosa inusual en él, pero nadie y menos su mujer tenía por qué sospechar.
El lugar del encuentro fue un apartado bareto cerca de la estación de autobuses Así lo idearon para pasar inadvertidos entre la multitud. Se abrazaron con efusividad nada más verse y se rozaron los labios. Fue como un latigazo sexual lo que sintieron en ese instante, un arrebato carnal latente, pero ya conocido por ambos, sacudió sus cuerpos de manera súbita nada mas tocarse..
Apenas media hora estuvieron sentados en la barra, conversando. Hablaron rápido, como si quisieran concentrar todo lo pasado en los treinta años sin verse en esos escasos treinta minutos. Pagaron la cuenta y se largaron con prisas..
El pequeño hotel del Cruce con la A66, ya acordado por ambos, fue el lugar del primer encuentro sexual. Parecía que el mundo iba a acabarse esa tarde. Apenas separaron sus cuerpos y sus bocas; una y otra vez hicieron al amor, como si no hubiera un mañana. Sólo un instante, al final de tanto frenesí, quedó para hablar del pasado.
Rompió el hechizo de la tarde, ya casi noche, las insistentes llamadas al móvil de su mujer porque no llegaba.
La acercó a la estación, y en la misma puerta se despidieron con prisas. Quedaron en llamarse la próxima semana, ¡semana eterna!, suspiraron ambos con deleite mientras se daban el último beso...
Con remordimientos por su osadía llegó a casa. Tuvo que esforzarse en buscar buenas excusas por la tardanza, pero convenció a su mujer, no tenía por qué dudar, jamás le había fallado salvo ese día, y los que vinieron despues.. pero esa es otra historia..
Joaquín
calle Calvario
el Caño
el Canal
Plaza del Carmen
calle Cid
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