sábado, 19 de noviembre de 2022

Por sus malas cabezas

                                                                                   


   


Gloriosa la península que abriga tal colonia.
¡Aquí bronce corintio, y allá mármol de Jonia!
Las rosas a Velázquez, y a Góngora claveles.

De ruiseñores y águilas se pueblan las encinas,
y mientras pasa Angélica sonriendo a las Meninas,
salen las nueve musas de un bosque de laureles.

--Rubén Darío--


En esa ciudad las mujeres poco podían hacer, sólo esperar a que los hombres volvieran de la guerra para ser desposadas.

En esa ciudad las chicas salían a la palestra del teatro totalmente desnudas, y ellos desde la grada iban eligiendo a sus preferidas. La soltería era un delito. La infidelidad estaba permitida sólo si el amante era más alto y más fuerte que el marido, ¡qué os parece!.

En esa ciudad el lujo estaba proscrito, todo aquel que engordara demasiado era debidamente castigado. Por supuesto no existían los perfumes ni los ungüentos de belleza, tampoco el arte, sólo la gimnasia y el canto, y este siempre a coro. 

En esa ciudad a los niños debiluchos los arrojaban al nacer desde el monte Taigeto, el más alto de la zona. De los sanotes se hacía cargo el estado que los entrenaba en el más estricto sufrimiento para la guerra. 

Por cierto, hablo de la ciudad griega de Esparta, rival de Atenas en la Grecia clásica. Seguro que habéis oído hablar de espartano como sinónimo de duro, fuerte, férreo, inhumano... Esa sociedad tuvo con el tiempo algunos imitadores, como la Alemania de Hitler o la Rusia de Stalin, donde sólo valía lo colectivo y no lo individual.

De aquella Esparta no queda nada, ahora es un villorio de apenas cuatro mil habitantes. Sin embargo su antigua rival, Atenas, culta, individual, artista, que dio, no militantes sino poetas, historiadores o filósofos, ahí la tenéis resplandeciente dos mil quinientos años después.

A los seguidores de Hitler o Stalin habría que darles una vueltecita por ambas ciudades para que vieran las consecuencias de una sociedad teledirigida desde el gobierno, manipulada, obligada y absolutamente colectiva, y la otra, la individual, libre, culta, y con economía de mercado o capitalista, llámenla como quieran..

En fin. 

Joaquín








No hay comentarios:

Publicar un comentario