Recuerdo la noche que lloraste
porque te hablé de romper lo nuestro.
Tú ignorabas que yo iba de farol.
Fue el día más feliz de mi vida.
Tiempo después me dejaste tú y yo no lloré.
Aquellas lágrimas que entonces no derramé,
quizás por orgullo y fingida dignidad,
te las cobraste luego con creces;
aún brotan a chorros de mi corazón..
--Joaquín--
Os voy a contar una historia singular. No es una historia al uso para entretener a nadie, es real como la vida misma y dudo que hayáis oído otra igual, por lo inusual.
La podría haber titulado "Mi historia", pero he preferido llamarla “La mujer que me defraudó”, porque exactamente eso fue lo que pasó. Aunque, os confieso que quizás fuera la decepción menos dolorosa que jamás he sufrido.
Se trata de la mujer de mi vida. No la única mujer ni tampoco la última, porque luego me casé con otra con la que he sido más o menos feliz, sin estridencias..
Sólo unos años estuvimos saliendo aquella mujer y yo. Suficientes para enamorarme de ella a morir (ni os digo su nombre ni tampoco quiero inventarme otro para no mentiros).
Nos dejamos de manera brusca, y de ahí, creo, mi perniciosa obsesión por ella. Para mi fue un mazazo terrible del que nunca me recuperé ¿Para ella?. Bueno, luego lo supe, creo que para ella fue mas bien una liberación porque, entre otras cosas ni movió un dedo por conservar la relación ni luego le importó lo más mínimo saber qué fue de mí..
Treinta años pasamos sin vernos. Los dos nos fuimos del pueblo. Alguna vez pregunté a algún amigo común, y por ellos supe que se casó al poco de dejarnos. Debió tener prisas. A partir de ahí dejé de insistir. Era tal la melancolía que me dejó, que quedé dolido casi a perpetuidad..
Pero la vida, inexorable, siguió su curso. Me casé, he tenido hijos y he vivido.. ¡Oh, sí, he vivido!, pero siempre la tuve presente en mi recuerdo. Jamás la olvidé
Despues se inventó esto del Facebook, y una mañana al abrir el ordenador me la encontré pidiéndome amistad. Imaginaos mi sorpresa, ¡Dios mío, lo que durante tantos años había soñado lo tenia delante de mi pantalla! Creí morir de felicidad..
Por supuesto se la concedí inmediatamente. Unos días más tarde estábamos ya enviándonos mensajes. Y me metí en su página, y vi sus fotos y leí la parte de su historia que ella quiso que se supiera, y...
Un día nos llamamos por teléfono y quedamos para vernos en un lugar convenido. Tenía que acercarse a la ciudad donde vivo y sintió la necesidad ineludible de verme, me dijo..
Qué queréis que os diga: el nerviosismo me atenazaba, ¿Estará igual de guapa? ¿le defraudaré? ¿habré cambiado mucho?.. En fin, lo típico en estos casos..
Nada de eso pasó. Fue ella la que me defraudó profundamente. Debió ser que, realmente no había cambiado ni evolucionado. Ni me gustó su manera de hablar, ni de vestir, ni sus formas, ni sus temas de conversación.. Apenas unos besos en la boca nos dimos y la promesa de volver a vernos, por cortesía, supongo..
Desconcertado y con una sensación rara en mi ánimo volví a casa. El viaje de regreso me sirvió para reflexionar: ¿Esa era la chica que tanto me hizo sufrir? ¿así había sido tambien entonces?, ¿tanto he debido cambiar en la manera de pensar?, ¿la idealicé en demasía? En fin..
A partir de ahí sufrí un cambio brutal en mi relación con el pasado: dejé de soñar con ella, de añorarla, ya no me importaba. De pronto quedé liberado de un fantasma que me había rondado por la mente durante más de treinta años..
Ahora hablo con ella en las redes de vez en cuando, pero ya sin los sobresaltos del corazón de antaño. Se ha convertido en una amiga más de juventud, simplemente..
Joaquín
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