Julia de Lespinasse había nacido para amar. Su amante Guibert también la ama, sin duda, pero tiene otras cosas en qué pensar: su profesión, sus viajes, su vida, todo eso hace que Julia, que sólo piensa en él, le diga en ésta carta:
"Cariño, hoy me siento triste, la vida me duele. Sólo temo vivir. Me siento tan fuerte y al mismo tiempo tan débil que desde el fondo de mi corazón te pido que me acabes de hundir o que vengas a socorrerme. Sólo hay una desgracia que creo no soportable; ofenderte y perderte".
Julia era unos años mayor que Guibert y su tuberculosis empezaba a asomar la patita cuando lo conoció. Es el suyo un amor profundo, inexplicable, más allá de la razón y de los sentidos. Lo vio por primera vez en su salón de tertulia de París. Julia, después de perder a un amor de juventud, consolaba sus penas con su amigo del alma, el célebre escritor, D'Alembert, que la cuidó con esmero cuando cayó enferma. Luego ella lo cuidó a él, cuando el enfermo fue su amigo.. D'Alembert la ama con locura, en secreto, pero sólo en secreto, porque es consciente que el corazón de Julia sólo palpita por el joven Guibert..
”La juventud es tan magnánima, que da hasta prodigalidad, pero tú te muestras avaro en el amor, como si fueras viejo o rico” Así le dice Julia a Guibert en otra carta.
Pero la salud de Julia se resiente, a veces se siente desfallecer.. Un día le hace llegar esta misiva:
"He sido siempre tan desgraciada que hay algo que me dice que moriré en el momento que acabe mi dolor. Desde que te amo me parece que no vivo. Todo lo que me afectaba, y hasta hoy era mi desgracia se ha desvanecido y, a pesar de ello, la gente razonable cree que no tengo otras penas que aquella que ya no siento. Para ellos las pasiones son dolores ficticios ¡Dios mío! ¿Es que no aman nada? ¿viven sólo de vanidad y de ambición?.. ¡Y yo no vivo más que para amar!".
La vida de Julia está llegando a su fin.. Sólo a su amigo D'Alembert permite estar a su lado.. Una última carta escribe al joven Guibert antes de morir:
"Adiós, amor.. Si hubiese que retornar a la vida quisiera todavía que me sirviera para amarte, pero ya no hay tiempo para ello".
Postrada en su lecho de muerte no quiso que su amado Guibert la viera en ese penoso estado final.. Él le esperó dos días en su antecámara sin poder entrar en su habitación, los dos días que duró su agonía Por cierto, las cartas de amor de Julia, tal vez sean las más bellas jamás escritas.
Joaquín

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