lunes, 15 de noviembre de 2021

El extraño amor de María

                                                                                     



¡Oh, inesperado amor que a mi viniste!

¡Cómo en mi corazón te aposentaste,

y en célicos efluvios lo inundaste

y en un mar de delicias lo meciste!

Pues en tu fuego el alma me encendiste,

¿por qué, al irte, encendida la dejaste?

Para durar tan poco, ¿a qué llegaste?

Y si llegar te gustó ¿por qué huiste?

--Francisco R. Marín--



Atravesaba Napoleón Polonia con su ejército camino de Moscú. María, una joven polaca se entera.. Sale a su encuentro a pedirle, por favor, que defienda a su país de los rusos.. Pero Napoleón es ya todo un personaje inaccesible y maldito caso hace a nadie.

Ella insiste.. por casualidad pudo, entre la multitud que abarrotaba las calles, acercarse a él..

--¡Señor, señor, sacadnos de aquí para que podamos verlo un sólo instante!..--voceaba María a los escoltas de Napoleón en la misma Plaza del Mercado de Varsovia, donde había parado la comitiva.

Un capitán, de los que custodiaban al famoso general, la oyó, y cogiéndola por el brazo la condujo hasta él..

--Sire, aquí tenéis a una mujer que ha arrastrado toda clase de peligros para llegar hasta vos.

Napoleón, galante, se quitó el sombrero e intentó decirle algo a María. Pero ella se adelantó y, emocionada, le dijo..

--¡Señor, seáis bien venido a mi país!..

Napoleón cogió un ramillete de flores que había en el coche y se lo ofreció a María. Le dijo:

--Guardadlo en prenda de mis buenas intenciones. Espero que nos volvamos a ver muy pronto.. 

Había quedado prendado de la belleza rubia de la chica. En realidad, cada uno buscaba una cosa del otro; María quería que Napoleón liberara a su país de los rusos. Éste lo único que pretendía era acostarse con ella.

Volvieron a verse no mucho más tarde porque...

Napoleón había ordenado buscarla como fuera, pero le costó mucho que ella accediera.. Le mandó cartas invitándole a visitarle, la animó a asistir a bailes, pero ella se resistía. Alegaba que estaba casada. Tonta no era, temía que Napoleón sólo quisiera hacerla su amante, ni más ni menos..

Y sucedió.. tanto insistió que accedió a verlo en sus aposentos, muy a su pesar, conste..A las diez de la noche fueron a buscarla en coche. 

Cubierta en un velo blanco la introdujeron casi a la fuerza en el vehículo, que salió a toda prisa hacia el palacio donde pernoctaba Napoleón..

Cuando estuvo en su presencia rompió a llorar. El se acercó y le dijo unas palabras en francés que ella no entendió.. En aquel momento quiso huir. Presintió la vileza del adulterio que iba a cometer. 

Napoleón se cabreó con ella..

--¡Trataré mal a Polonia si rechazas mi amor!.. Sus ojos desprendían fuego...

María se desmayó del miedo. Napoleón aprovechó el desmayo para violarla, lo cual poco dice de su honestidad como hombre...

Cuando despertó, María comprendió lo irremediable. Él la miraba con ojos lánguidos, ¿tal vez arrepentido?

Ella se levantó, fue hasta Napoleón, le besó en la mano y le dijo..

--Te perdono

Napoleón la tomó en sus brazos y comenzó a besarla apasionadamente. María le interrumpió..

--¿No pensarás que voy a volver a mi casa?. Ahora soy tuya. No voy a reanudar mi vida con mi marido como si nada hubiese ocurrido ni volveré a verte a escondidas como una cortesana..

--Tienes razón, vivirás conmigo-- -contestó él--

Luego volvió a María, la desnudó y volvió a hacer con ella consciente lo que antes había hecho inconsciente.

Y la llevó a su lado durante un tiempo, y le hizo un hijo, pero él iba a lo suyo, recopilando amantes, como siempre..

Ella le pedía matrimonio y él se lo prometía una y otra vez, pero poco a poco la fue olvidando. Acabó por casarse con una princesa austriaca que le dio otro hijo, digamos legítimo..

Cuando Napoleón cayó en desgracia y estuvo preso en la isla de Elba, ella fue a verlo con su hijo, cosa que nunca hizo su esposa.. Antes de abandonar la isla le ofreció todo lo que poseía, para ayudarle. 

Y murió Napoleón. Ella no tardó en seguirle a la tumba. Apenas tenía 28 años. Las últimas palabras que salieron de sus labios fueron, ¡Oh, Napoleón. Napoleón!.. 

Extraño amor el suyo 

Joaquín  

                                                              

                                                                María Walewska

                                                                  
                                                      
                                                                     Napoleón 

                                                                                     



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