sábado, 27 de noviembre de 2021

A propósito de la honestidad..

                                                                                    


Tuvimos una vez un presidente del gobierno leal, honrado, honesto.. tanto es así que fue capaz de dimitir de su cargo por no firmar unas sentencias de muerte. Ahora no dimite ni el tato, ya lo sabéis..

El tipo aquel se llamaba Nicolás Salmerón, y a pesar de tener ese alto cargo pocos lo conocen, y es que en España somos así.. Era almeriense y comulgaba con ideas liberales.. El epitafio de su tumba (lo vi anteayer) en el Cementerio de la Almudena de Madrid, dice así: “Dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte”..

Salmerón abogaba por una democracia plena y eran famosas su críticas a la monarquía, entonces aún chunga. Nada que ver con la de ahora, claro..

—¿Sabéis lo que cuesta al estado la monarquía?—proclamó una vez de manera retórica durante una intervención parlamentaria—¡trece millones de pesetas!—¿Sabéis cuanto se paga por mantener todos los Institutos de Segunda Enseñanza de España?—volvió a preguntar a los diputados presentes—¡diez millones de peseta!—En el Congreso se hizo un silencio sepulcral.

El bueno de Nicolás Salmerón llevaba mucha razón, entonces eran así las cosas. Pero,  fijaos: mantener hoy los Institutos nos cuesta 30.000 millones de euros, que no pesetas.. la monarquía española se apaña con ocho milloncejos de nada.. lejos de los 125 millones de la inglesa o los cuarenta y cinco de la sueca, y por supuesto a años luz de los 120 millones que les cuesta a los franceses su Presidente de la República (Macrón) y de los 220 a los italianos el suyo. En fin...

Joaquín





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