—Cariño, voy de camino; ni se te ocurra lavarte ni cambiarte de ropa interior hasta que llegue
Así le decía, Napoleón a Josefina en las cartas que le escribía cuando volvía a París después de sus numerosas campañas militares por Europa o Egipto. Era un guarrete, desde luego. Una de sus obsesiones era el "atrayente" olor que expelía los genitales de su amada tras unos unos días de rutinario uso. Bien, pues quién le iba a decir a Josefina que Napoleón, su fogoso amante, le iba hacer, años más tarde, aquella jugarreta..
Años después, en su lecho de muerte, Napoleón se despidió de Josefina también por carta sin saber que ésta estaba tan grave que ya nunca llegaría a leerla. Así le decía:
—Adiós, mi querida Josefina, resignaos como yo, y no dejéis nunca de recordar al que jamás os olvidó y jamás os olvidará
Una burda mentira, porque se portó con ella fatal.. Aunque, es verdad que lo suyo con Josefina fue una historia como pocas. ¡¡Dios, cuánto amor hubo al principio!! ¡¡Cuánto sexo, peleas, y gritos, y voces, y hasta insultos y cuernos!!, Sí, de todo hubo entre los dos..
Al poco de conocerla, Napoleón ya la adoraba, pero la amaba de una manera arrebatadora, torrencial. Y es cierto que al principio ella le ponía los cuernos en cuanto se despistaba, pero él tampoco se quedaba atrás.
Ahora que está a punto de morir, se arrepiente amargamente de haberla dejado tirada. Conste que sí le pidió el divorcio en su día fue por un engreimiento pasajero: necesitaba heredero y ella no podía dárselo. De nada le sirvió. En mitad de una isla perdida del Atlántico está preso y presto a morir en manos de los ingleses, lejos de todo y de todos..
Pero, por favor, no le echéis a él toda la culpa, también su familia fue responsable de que abandonara a Josefina. A ellos nunca les gustó aquella criolla, indómita y rebelde que se saltaba el protocolo real cada vez que le apetecía.. Todavía recuerda del día de su boda cuando sus hermanas, que ayudaban a Josefina con los veinticinco metros del traje que arrastraban hacia el altar lo soltaron en mitad de la escalerilla y a punto estuvo de perder el equilibrio y caerse.. Estaba claro que ya entonces se la tenían jurada..
"Mi muy amada Josefina, ten paciencia allá arriba.. a punto estoy de partir a tu lado. Allí nos perdonaremos las traiciones, los engaños, las mentiras.. y nos amaremos tanto que jamás ya nos separaremos".
Tu querido Napoleón..
Éste es el final de la última carta que le escribió el gran Napoleón Bonaparte a su ex-esposa y muy amada, Josefina Beauharnais
Joaquín
Napoleón y Josefina


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