Si es cierto que nada se pierde.
Si es cierto que el cuerpo en la tierra
y el alma en el cielo, una flota en el alma
increada y el otro se esparce flotando
en los pliegues del viento; cuando ya estés cerca
del reposo eterno y tengas los ojos
velados y quietos, allí iré a buscarte
con amores nuevos, ¡como te esperaba
vergonzoso y trémulo tantas horas al pie de la reja!
Iré por si aspiro tus cenizas mezclada en el viento.
--Manuel Paso--
El tipo se despidió de Josefina por carta sin saber que ésta estaba tan grave que ya nunca llegaría a leerla.
Así le decía:
--Adiós, mi querida Josefina, resignaos como yo, y no dejéis nunca de recordar al que jamás os olvidó y jamás os olvidará
Una burda mentira, porque se portó con ella fatal.. Aunque es verdad que lo suyo con Josefina fue una historia como pocas. ¡Dios, cuánto amor hubo al principio! ¡Cuánto sexo, peleas, y gritos, y voces, y hasta insultos y cuernos!, Sí, de todo hubo entre los dos..
Aún recordaba cuando la conoció, ¡qué hermosa era!, con su piel morena, como buena criolla de la Martinica, sus piernas largas y torneadas, su nariz noble y fina, y sus preciosos ojos verdes..
Él era entonces un joven imberbe de aspecto desaliñado y levita desgastada que empezaba a abrirse camino en París. Muy buena impresión no debió darle, desde luego, horrores le costó que ella le hiciera caso..
Le hizo la corte mil veces. Al poco de conocerla ya la adoraba, pero la amaba de una manera arrebatadora, torrencial. Y es cierto que ya entonces ella le ponía los cuernos en cuanto se despistaba. Claro que él tampoco se quedaba atrás.
A pesar de todos los avatares amorosos, Josefina fue su gran amor, su media naranja, la verdadera mujer de su vida. Eran tal para cual, los dos iguales: celosos, infieles, ardientes, enamorados, posesivos..
Ahora que está a punto también de irse "al otro barrio", se arrepiente amargamente de haberla dejado tirada. Conste que sí le pidió el divorcio en su día fue por un engreimiento pasajero, necesitaba heredero y ella no podía dárselo.
De nada le sirvió. En mitad de una isla perdida del Atlántico está preso y presto a morir en manos de los ingleses, lejos de todo y de todos..
Pero, ¡por favor!, no le echéis a él toda la culpa, también su familia fue responsable de que abandonara a Josefina. A ellos nunca les gustó aquella criolla, indómita y rebelde que se saltaba el protocolo real cada vez que le apetecía..
Todavía recuerda del día de su boda cuando sus hermanas, que ayudaban a Josefina con los veinticinco metros del traje que arrastraban hacia el altar lo soltaron en mitad de la escalerilla y a punto estuvo de perder el equilibrio y caerse.. Estaba claro que ya entonces se la tenían jurada..
"Mi muy amada Josefina, ten paciencia allá arriba.. a punto estoy de partir a tu lado. Allí nos perdonaremos las traiciones, los engaños, las mentiras.. y nos amaremos tanto que jamás ya nos separaremos".
Tu querido Napoleón..
Éste es el final de la última carta que le escribió el gran Napoleón Bonaparte a su ex-esposa y muy amada, Josefina Beauharnais
Joaquín
Napoleón y Josefina
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