Amiga..
Ay si yo te contara, ahora
que han pasado los años.
Si te hablara de mi tristeza,
de mis noches en vela.
Si te dijera las veces que,
angustiado, abordé a amigos
comunes para saber de ti,
para que volvieras conmigo,
degradando para ello mi
dignidad
hasta límites inverosímiles,
comprenderías hasta donde soy
capaz de llegar por ti.
--Joaquín--
Mary Ann se puso su sobrero
blanco con una cinta azul que compró el mes pasado en una tienda del
centro y salió a la calle. El vestido gris con ribetes bordados un
poco pasado de moda no le iba mucho a juego, pero aún así esperaba
hacer buena noche. Y es que la de ayer no fue la mejor de los últimas
semanas, desde luego.
Anochecía ya sobre Londres y la
espesa niebla hacía que la oscuridad se adueñara de las solitarias
calles del barrio de Whitechapel. Antes de situarse en su portal
habitual, entre las calles Bay Street y Walford a esperar clientes,
entró en el bar de Pickye a tomarse unas cervezas. Allí encontró a
algunas amigas del oficio y tuvo que aguantar, como siempre, algunas
pesadas bromas de los borrachos habituales. Cuando salió, ya un poco
chispa por las cuatro pintas de cerveza que se pimpló, era muy
tarde, demasiado tarde..
Habían pasado algo más de un par
de horas y solo un tipo con una curda de aúpa había solicitado sus
servicios. Tal vez serían ya las tres y pico de la madrugada, aunque todavía algún esquivo paseante ocultando su rostro bajo el sombrero
osaba, con prisas, pasar por la acera de enfrente si mirar siquiera.
A lo lejos oyó el ruido ensordecedor de los cascos de los caballos
de algún carruaje que se acercaba.
--Llevaría a algún cliente
rezagado a su domicilio --pensó Mary Ann
Sin embargo el elegante coche
negro tirado por tres hermosos corceles azabaches asomó por la
esquina y se acercó a ella. Sorprendida por lo inusual de la escena
(habitualmente sus clientes suelen ser borrachos o noctámbulos
solitarios que buscan desahogar su instintos sexuales en diez minutos
por 20 chelines) se arrimó a la ventanilla del coche. Una voz áspera, casi ininteligible de un hombre, le animó a subir. Ella asintió y
se introdujo dentro de la berlina,
--Por fin, la noche se arreglaba –
suspiró para sus adentros mientras se sentaba frente al misterioso individuo.
Fue lo último que se supo de ella
en vida. Sí, porque el resto de su historia ya fue después de muerta..
Esta escena sucedía el 31 de
agosto de 1888, Mary Ann, una prostituta de 42 años y de mediana
estofa fue la primera víctima de Jack “el destripador”.
Su cuerpo horriblemente mutilado fue descubierto a las 4,30 de la
madrugada por un policía nocturno en una calle del barrio londinense
de Whitechapel. Aparentemente la habían degollado de un tajo en el
cuello, pero cuando acudió el medico forense certificó que le
habían sacado literalmente las tripas, además de haberle asestado
multitud de brechas por todo el cuerpo con un cuchillo extremadamente
afilado.. ¡El infierno se había desatado!...
A Annie Chapman, regordeta
de 46 años, se la encontró un policía a las 5,30 de la madrugada
del 8 de septiembre sentada en la acera, no muy lejos de donde fue
asesinada Mary Ann.. Cuando se acercó a ella el grito de horror se
oyó en todo el barrio. Jack, le había sacado las tripas y se
las había colocado encima de su hombro izquierdo. Y no sólo eso, su
útero y vagina había sido extirpados. Curiosamente sus pertenencias
(cepillo de diente, pañuelo, peine) estaban perfectamente bien
colocadas frente al cadáver.
La noche del 29 de septiembre de
ese mismo año, 1888, llovía a cantaros sobre Londres. Las patrullas
que organizaban los vecinos y la policía para atrapar al Destripador
y dar paz al barrio se habían retirado ya. Elizabeth Stride,
apodada “La larga” había dicho en alguna ocasión a sus
compañeras de calle que ella no tenía miedo.. A la 1,45 apareció
asesinada en mitad de un callejón del mismo barrio de Whitechapel.
Encontró su cuerpo aún caliente un vendedor ambulante que pasaba
por la zona, y que truncó, por cierto, otra carnicería sangrienta
de Jack. Sólo fue degollada.
Catherine Eddowes, no tenía
por qué ser victima del destripador, pero tuvo la mala suerte de
pasar por la zona la misma noche y justo después de la frustrada
carnicería de Elizabeth. Jack, cabreado y fuera de sí porque
no pudo consumar su festín diabólico con el cuerpo de Elizabeth, se
encontró con la pobre Catherine de 46 años, que venia de estar con
su amante, y se recreó con ella. Un joven policía acaba de pasar
por el mismo sitio donde apareció su cuerpo y no apreció nada raro,
pero al hacer una segunda ronda la vio. Fue sencillamente
horripilante. A la pobre la había casi descuartizado. Estaba tirada
en el suelo boca arriba con la ropa
subida hasta el pecho y abierta en canal . La había rajado desde la
vagina hasta el cuello y sacado las vísceras y las tripas. Colgadas
estaban en su hombro izquierda, al igual que Annie Chapman.
El
mes de octubre pasó más o menos tranquilo, no hubo sobresaltos. Las
prostitutas habían vuelto a su trabajo por las calles del barrio,
los carteristas sisaban lo que podían y la policía intensificaba su
vigilancia día y noche buscando a un asesino del que apenas sabían
nada. Mary Jane Kelly, una jovencisima prostituta de 25 años
le debía dos libras a su casero. Así que esa noche, 8 octubre,
debía hacer horas extras para complacerlo, pero nadie la vio salir..
A la mañana siguiente el casero
envió al chico de los recados a la casa de Mary Jane a cobrar su
deuda. Llamó el chico a la puerta, pero no abría nadie, Silencio
absoluto. Le dio por mirar hacía el interior a través de un agujero
en el cristal de la ventana y lo que vieron sus ojos jamás se le
olvidaría.. Despavorido salió corriendo y llamó a su jefe. Entre
los dos derribaron la puerta. Y allí estaba Mary Jane, tumbada en la
cama en medio de un charco de sangre y horror..
El destripador no había tenido
compasión con ella. La había degollado, cortado las orejas y la
nariz. El estomago lo tenia abierto de par en par y los pechos
seccionados. Los riñones, el hígado y trozos de piel aparecían
esparcidos por la cama y el suelo. Los ojos los tenia abiertos y con
una última mirada de terror que daba espanto. Ah, y una novedad, le
habían sacado el corazón abriéndole el pecho y cortándole los
vasos sanguíneos limpiamente. Esta destreza dio pie a pensar que
Jack “el destripador” era poco menos que médico o
cirujano..
Los de Jack “el destripador”
han sido los asesinatos en serie más crueles de la historia
contemporánea. Tan famosos son que los alumnos de criminología
estudian sus pormenores punto por punto. Fue un caso inverosímil. El
tío se explayó de manera sangrienta durante un intervalo de apenas
dos meses con cinco mujeres de la calle y luego despareció sin dejar
rastro. Las preguntas que se han hecho autoridades, jueces,
periodistas, historiadores etc, durante más de cien años acerca del
asunto son infinitas; las conjeturas sobre Jack ilimitadas, y
de la cantidad de libros, cuentos, películas o series que han
versionado ni os cuento...
Joaquín
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