No son las cosas reales las que nos asustan, sino lo que imaginamos de ellas.
--Anónimo--
La casa contigua a la mía había estado siempre vacía y cerrada a cal y canto. pero una mañana de otoño vi movimientos de gente que entraba y salía de ella, mientras unos hombres arrastraban desvencijados muebles hacia su interior. Supe de la llegada de nuevos inquilinos.
No tardé mucho en saber algo de ellas. Se trataba de una anciana enlutada y su hija, una chica con mal aspecto de poco más de treinta años. Las dos parecían personajes salidos de otra época. Algo incalificable, quizás tétrico, pasó de inmediato por mi cabeza al verlas por primera vez. Rondaba yo entonces los doce años..
La anciana se encerró y nunca salía de casa. Su hija lo hacía, pero muy de tarde en tarde y sólo a hacer la compra. Alguien me contó que había escuchado unos desgarradores sollozos procedentes de una de las ventanas de la casa, y eso excitó mi imaginación.
Cierta noche quise despejar dudas. Agazapado debajo de una de las ventanas me quedé escuchando. Aunque el miedo me atenazaba aguanté como pude, pero nada se oía; sólo el maullido de algún gato callejero a lo lejos perturbaba la quietud del silencio. De repente empecé a percibir leves gemidos cada vez más nítidos y prolongados, que atribuí a la anciana. Eran unos lamentos acompasados y sobrecogedores, no muy altos pero perceptibles. Imaginé cosas horribles dentro de la casa.
Aterrorizado eché a correr y entré en mi casa . Mi madre al ver mi cara tan pálida y descompuesta me preguntó alarmada qué me pasaba. Sobresaltado y aún exhausto por la carrera le conté el motivo de mi turbación, y ella me contó la historia:
Fueron---según mi madre---unos sucesos espeluznantes. La vieja mujer y sus hijos vivían en un pequeño pueblo de Galicia. Allí ejercía de curandera sanando pequeñas dolencias a los habitantes del lugar. Una vez le llevaron a un niño con unas extrañas fiebres para que aliviara sus males, pero desgraciadamente no se pudo hacer nada y murió en sus manos. Posiblemente ella no tuvo nada que ver, pero la gente de la comarca no lo entendió así. Todo el pueblo comenzó a odiarla y su fama de hechicera y bruja se extendió como un reguero de pólvora por toda la comarca.
Una noche---seguía contándome mi madre---mientras dormían ella y sus tres hijos su casa se incendió sin saber cómo. El fuego fue espantoso; de la casa no quedó nada y sus dos hijos mayores murieron abrasados. Ella quedó desfigurada. Solo su hija pequeña, traumatizada, salió ilesa. Se investigó a fondo por parte de las autoridades. pero nada se descubrió, ni autores ni motivos, aunque todo el mundo lo sospechaba. A partir de aquello, con el escaso dinero que les quedaba y los pocos enseres que lograron reunir se alejaron de aquel infierno. Y la vieja y su hija llegaron a Fuente de Cantos, mi pueblo.
Apenas hablan con nadie---concluyó mi madre---no salen de casa y sobreviven recluidas como eremitas, desaliñadas y misteriosas.
Ésa noche y algunas después apenas pude dormir. La anciana murió poco más tarde; dijeron que de pena. La hija acrecentó su soledad y cada vez salía menos de casa.
Una tarde, al pasar junto su puerta oí una extraña y tenue conversación. Aunque las piernas me temblaban de miedo me quedé parado junto a la ventana del dormitorio de la chica sin mover un músculo, petrificado. Enseguida volví a escuchar aquellos terribles lamento. Pero, ¡dios mío, si la vieja había muerto!, ¿quiénes conversaban en voz baja? ¿de quién eran los llantos!---pensé muerto de miedo
Cuando salí a la mañana siguiente, sin haber pegado ojo en toda la noche, unas vecinas cotilleaban apretujadas junto a la puerta de la chica murmurando frases inteligibles que no llegué a comprender. Pero si pude ver un coche fúnebre aparcado delante su casa. Al rato sacaban un féretro de su casa. Ella iba dentro..
Ha pasado mucho tiempo de todo esto; la casa contigua a la que fue mi casa, aún sigue cerrada, y tétrica..
Joaquín
Interesante historia, Ágata Christie no la hubiese contado mejor ! 👏👏👏
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos
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