No deslustres su cándido atavío
ni levantes la punta de su velo;
¿qué logras con pensar que está vacío,
que no es infinito ni azul tu hermoso cielo?.
Renueva el corazón a cada hora
y aprende a renacer cada mañana,
como el paisaje al despuntar la aurora,
como el sol que amanece en tu ventana.
--Ricardo León--
Subiendo las escaleras de mi casa iba. De pronto me encuentro con Luisa, mi vecina, que bajaba. Quizás se percató de mis prisas y zozobra, el caso es que me preguntó:
---¿Qué te pasa Joaquín? Te veo muy acelerado.
Dio en el clavo. Ella, tan perspicaz, siempre da en el clavo. Le contesté rápido, con las palabras entrecortadas por la agitada subida:
---Luisa, hay personas excelentes en el mundo; siempre respetarán a nuestras mujeres, nuestra honra, nuestra fama y nuestro dinero; todo menos una cosa: nuestro tiempo. Te lo digo porque acabo de tropezarme con tu vecino del primero, el señor Juan, y no sabes la que me ha dado. Menudo peñazo. Media hora me ha tenido contándome todos los males del mundo que, según él, padece, jajaja---concluí soltando una carcajada
---¡Pobre hombre!---exclamó ella cariacontecida----Juan es un buen amigo, aunque un pelín pesado, es verdad.
---Si, sí, amigo; con amigos así para qué quieres enemigos, jajaja---me carcajeé otra vez
---Perdónalo, Joaquín, el hombre es muy mayor. Se ha quedado viudo hace un par de años y está muy solo. Cuando se encuentra con alguien que conoce se explaya---me subrayó mi vecina.
Luisa me conoce y sabe que soy muy respetuoso con la gente. Todo se lo decía un poco de broma.
--Perdonado está---le contesté---sabía que estaba viudo pero no que estuviese tan solo.
---Vale, no te preocupes que tampoco le has hecho nada. Además estoy segura que le has escuchado con paciencia, jajaja---me soltó riendo.
Seguí subiendo hacía mi piso y ella bajando hacia la calle. Ya sin vernos casi, aún me dijo levantando la voz:
--Por cierto, Joaquín, decía mi madre que la amistad pide mucho tiempo, solicitud y esmero. Uno o dos buenos e íntimos amigos los tiene cualquiera: cuatro o cinco, pocas personas, y yo ni eso, jajaja
Mientras abría la puerta de mi casa todavía escuchaba sus risas. En realidad, ignoro por qué me dijo esto último. Ella también es viuda, y de muy buen ver, pero yo soy casado. En fin, no sé si tendrá que ver..
Joaquín
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