domingo, 17 de mayo de 2020

El precio de vivir..



No a conocer la vida, sino a amarla,
viniste al mundo; del amor naciste.
Si es bella y es mujer, ¿quién a gozarla,
varón, mozo o poeta, se resiste?.


Goza como los niños y las aves,
del blanco seno y del caliente nido.
No te apures jamás porque no sabes
de dónde vienes ni por qué has venido.


Amar lo es todo, conocer no es nada.
¿Quién la razón de la razón conoce?.
Deléitate en los brazos de tu amada
sin descender al fondo de tu goce.


Huye del triste, apartate del sabio,
de aquel que estruja la razón y el seso.
No se hizo la miel para su labio
ni su labio se hizo para el beso.
--Ricardo León--


Lo cierto es que ahora sólo tenemos ojos y oídos para el virus y sus demoledores efectos en nuestra salud y bolsillo. Dicen los médicos que cuando pase esto habrá un repunte de los casos de cáncer muy significativo. La razón: la falta de pruebas, análisis, etc. que habitualmente hacemos y que estos días hemos descuidado.
Porque ahora estamos atareados con el virus, pero nuestra principal inquietud en lo tocante a la salud, no lo olviden, es el cáncer. O lo que es lo mismo, padecer algún cáncer. Dicen que hace tan sólo sesenta años el cáncer ocupaba la octava posición entre nuestras preocupaciones de salud, hoy en día está en primera posición y sin visos de bajarse del podium.
Pero empecemos por el principio, ¿saben de dónde viene esto de llamarle cáncer a los tumores malignos? Pues es viejo el término; viene del latín y significa cangrejo. Ya el médico griego Hipócrates utilizó la palabra carcinos para referirse a los tumores, porque su forma le recordaba a los cangrejos. Por cierto, con el cáncer ocurre una terrible realidad, que no es más que nuestro propio cuerpo haciendo todo lo posible por matarnos. Es un suicidio sin nuestro permiso, así de crudo..
Las células cancerosas son como las células normales, con la diferencia que se reproducen de manera desenfrenada. Debido a su aparente normalidad engañan a nuestro cuerpo que no es capaz de detectarlas y, en consecuencia, no genera una respuesta inflamatoria como haría con un agente extraño. Eso hace que en sus primeras etapas la mayoría de los cánceres sean invisibles e inodoros. Sólo cuando los tumores se hacen demasiado grandes y presionan algún nervio, o forman un bulto nos damos cuenta de su existencia. Demasiado tarde muchas veces..
Y miren qué terrible, el cáncer es sobre todo una cuestión de edad. Entre el nacimiento y los cuarenta años, los hombres tenemos de probabilidad de 1 entre 77 de contraer cáncer, mientras que en las mujeres la probabilidad es de 1 a 51. Pero a partir de los 60 años las probabilidades aumentan de 1 a 3 para los hombres y de 1 a 4 para las mujeres. Una persona de 80 años tiene 1.000 veces más probabilidades de desarrollar un cáncer que un adolescente; ¡madre mía!..
Pero voy a seguir con las malas noticias: alrededor del 40% de todos nosotros llegaremos a padecer algún tipo de cáncer a lo largo de nuestra vida. Y pásmense aún más si cabe, la mitad de los hombres de más de 60 años y las tres cuartas partes de los mayores de 70 tendemos cáncer de próstata al morir sin ser conscientes de ello. Se ha sugerido, incluso, que si los hombres viviéramos un poco más de lo que lo hacemos, todos, absolutamente todos desarrollaríamos cáncer de próstata, ahí es nada..
Miren, háganse un idea, en España mueren cada día 300 personas a causa de un cáncer; lo que significa que en estos dos meses que llevamos de confinamiento y en los que han fallecido 28.000 compatriotas a causa el coronavirus, habrán muerto también 18.000 por algún tipo de cáncer, entre ellos y por desgracia por su juventud, el hijo de Ana Obregón. Claro, que los muertos por el virus se acabarán más pronto que tarde. No así los de cáncer que seguiremos muriéndonos hasta completar los 110.000 que lo hacemos cada año.
El cáncer es el precio que pagamos por la evolución, dijo una vez un científico y no le falta razón. Los que aparecen cuando somos viejos es por la edad, y del resto, muchos de ellos por la manera de vivir: la obesidad, la contaminación, el tabaco etc. tienen mucho que ver. El primero que descubrió que muchos cánceres están relacionado con las condiciones del entorno fue el medico inglés Percivall Pott, que en 1775 se percató de que los deshollinadores ingleses padecían en una gran proporción cáncer de escroto. De hecho se le llamaba cáncer de los deshollinadores. Resulta que a los deshollinadores el hollín se le acumulaba en esa pudenda parte, y como la higiene quedaba mucho por desear, acababan por desarrollar esa terrible enfermedad. En fin, lamento haberles dado el día, pero conviene prepararse porque cuando nos pase la distracción del virus, volverán nuestras cuitas de siempre, y ésta de la que hablamos es bien jodida..
Joaquín



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