sábado, 2 de mayo de 2020

A corazón abierto..



Amiga..
Lo que son las cosas.
Tú que en aquellos días,
andabas como loca
por mis besos,
vas ahora por la vida
diciendo a los amigos
que me dejaste.
Y yo que obviaba tu insistente
coquetería para enamorarme,
me veo ahora
sufriendo lo indecible
porque vuelvas a mi lado.
--Joaquín--


No somos conscientes de todo lo que le debemos a la gente que ha inventado, estudiado, investigado o se ha preocupado por mejorar nuestra salud hasta que no nos encontramos en una tesitura complicada. Entonces sí somos capaces de cualquier cosa sólo por salvar el pellejo. Y no lo digo sólo por lo del coronavirus, que también. Como locos estamos porque alguien invente algo que nos haga tranquilizar, aunque luego, cuando mejoremos, lo olvidemos rápidamente y volvamos a beber los vientos por Messi o Ronaldo, por decir algo frívolo..
Yo reconozco no haber estado nunca en grave peligro a causa de mi salud. Bueno, ni tan siquiera a medio peligro. Tal vez lo más cercano a rozar un moderado susto fue una pequeña operación de corazón a través de un catéter introducido por mis venas. Andaba el corazón desbocado y hubo que meterlo en vereda. No quiero ni imaginar que no hubiera existido un tal Werner Forssman, el médico alemán que fue el primero en ocurrírsele enmendar taquicardias a través de las venas y sin abrir el pecho.
En 1929, Forssman, sin tener la más remota idea de cómo podrían ser las consecuencias, se introdujo el solito un catéter por una arteria en el brazo y la fue empujando con precaución primero hacia el hombro y luego hacia el interior del pecho hasta que llegó al corazón. Se alegró de descubrir que este no se detenía cuando lo invadía un objeto extraño. Tuvo el tío la sangre fría de caminar con el cable metido en las venas hasta la sala de rayos X que estaba en otro pabellón del hospital y hacerse una radiografía en la que se veía perfectamente la punta del cable en el corazón. Éste fue el primero, y abríó camino, luego vinieron otros. La cantidad de vidas que han salvado, mejorado y aliviado no tiene nombre..
Y qué me dicen de John H. Gibbon, un tipo de la universidad de Pensilvania. En 1930 se metió un termómetro por el culo y tragó una sonda gástrica;  luego vertió agua helada por ella con el propósito de determinar su efecto en la temperatura interior del cuerpo. Su idea era inventar una máquina cardiopulmonar (baipás) que pudiera oxigenar la sangre para poder operar a corazón abierto. Después de infinidad de tragos de agua helada y con el culo para el arrastre, presentó al mundo su primera máquina. Hoy se ha perfeccionado un montón, pero él fue el primero..
Desde siempre el gran sueño de la medicina fue poder realizar un trasplante de corazón. Pero en la mayoría de países no se podía declarar a una persona oficialmente muerta mientras palpitara su corazón; por lo tanto se podía considerar incluso asesinato si alguien osaba tocarlo antes de que parara. Por supuesto hacía inviable el trasplante. Esto era así en casi todos los sitios excepto en Sudáfrica.
Y fue allí precisamente donde el doctor Christiaan Barnard, un cirujano que trabajaba en Ciudad del Cabo realizó en 1967 el famoso primer trasplante de corazón del mundo. Extrajo el corazón de una joven mortalmente herida en un accidente de trafico y se lo puso a un hombre de cincuenta y cuatro años. Sólo duro el pobre dieciocho días, pero fue el inicio. 

En el segundo trasplante que realizó el doctor Barnard ya aguantó el enfermo veinte meses. Por cierto, a raíz de estas proezas se hizo tan famoso que se le subió el éxito a la cabeza y se despendoló. Anduvo en amores con Sofia Loren o Gina Lollobrígida, anunció cremas para rejuvenecer de dudosa verosimilitud y curiosamente murió de un infarto en Chipre, mientras se lo pasaba en grande..
El descubrimiento definitivo para el éxito de los trasplantes se debió a un empleado de los laboratorios suizos Sandoz, H. P. Frey. Buscando un nuevo y potente antibiótico dio con uno que era muy flojo, sin embargo si era un excelente supresor. Acaba de descubrir la ciclosporina el remedio ideal para todos los trasplantes. Hacía que el cuerpo no rechazara los órganos intrusos trasplantados. Gracias a esto y otras innovaciones hoy en día se realizan en el mundo unos 5.000 trasplantes de corazón con un tiempo medio de supervivencia de quince años. El paciente trasplantado del corazón que más tiempo ha vivido fue el británico John McCafferty, murió en 2016 después de treinta y tres años con un corazón que no era el suyo. Y nosotros subiendo a los altares a Messi.. En fin..
Joaquin

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