Nos amamos los dos, pero de modo
que,
con el alma ardiente y agitada,
con
sólo vernos nos dijimos todo,
sin
que los labios se dijeran nada.
Sólo
sé que en un día de verano,
al
verla sonreír con embeleso,
mi
mano fría se llegó a su mano
y
mi boca a su boca, y hubo un beso.
--Rubén
Darío--
Teófilo
Gautier
fue un excelente escritor francés del siglo XIX. En 1840, tiempos de
Isabel
II,
de Espartero
y de O'Donnell, hizo
un viaje a España y quedó sorprendido por lo que aquí vio. Él venía de
un país muy avanzado y el nuestro aún era el lugar exótico del
continente que todos los aventureros europeos querían
visitar.
De
su estancia en nuestro país se llevó de recuerdo la belleza de las
mujeres hispanas; de las que aseguraba, por cierto, eran más guapas
que sus compatriotas francesas. También las corridas de toros,
aunque éstas, digamos que no fueron tan agradables para él. Las
comparó con los espectáculos del circo romano en la arena, con sus
gladiadores y la muerte de fieras.
Se sorprendió mucho
que en Madrid hubiera
toros todos los lunes del año, mañana y tarde. La plaza –escribía
en su diario-- estaba siempre llena hasta la bandera y doce mil
personas se desgañitaban gritando emocionadas a sus toreros
favoritos. A una corrida a la que asistió se mataron ocho
toros y murieron
catorce caballos.
Imagino su asombro, como espectador y neófito de la
fiesta, ante tamaña exhibición sangrienta.
Los toros ya no son
tan brutales ni tan imprescindibles como antes para los españoles.
Y, aunque sigue siendo un compendio de tradiciones ancestrales, algunas
cosas han cambiado para bien. Los caballos se protegen con petos, lo
que hace casi imposible que sufran los daños de antaño y los toros
a lidiar son menos; nunca pasan de seis..
Sepan que el mundo del toro
siempre ha sido cosa de dos. En todas las épocas ha habido una
fuerte rivalidad entre los dos más grandes. Se daba una especie de competición en la que los forofos de cada uno se enzarzaban en disputas y discusiones sobre la valentía y arte de su ídolo..
En los tiempos en los que Teófilo Gautier visitó España eran Cúchares y Chiclanero los dos que triunfaban por los ruedos del país. Pero cuarenta años antes paseaban sus palmitos por las plazas los dos, casi, reformadores de este antiguo arte, el gran Pedro Romero, que inauguró la conocida y castiza plaza de Ronda, (hijo y nieto ya de toreros) y Pepe Hillo, el sevillano elegante, ídolo de la aristocracia; se codeaba con ellos por palacios y salones de baile, incluida la Duquesa de Alba o la reina Maria Luisa y su amante Godoy, nuestro paisano
En los tiempos en los que Teófilo Gautier visitó España eran Cúchares y Chiclanero los dos que triunfaban por los ruedos del país. Pero cuarenta años antes paseaban sus palmitos por las plazas los dos, casi, reformadores de este antiguo arte, el gran Pedro Romero, que inauguró la conocida y castiza plaza de Ronda, (hijo y nieto ya de toreros) y Pepe Hillo, el sevillano elegante, ídolo de la aristocracia; se codeaba con ellos por palacios y salones de baile, incluida la Duquesa de Alba o la reina Maria Luisa y su amante Godoy, nuestro paisano
En contraposición a
Pepe Hillo, Pedro Romero fue el torero del pueblo, de la clase
humilde. Él decía que un buen torero no se hace con las piernas,
sino con las manos. Mató a su último toro a los 77 años. A Pepe
Hillo, sin embargo, lo mató el toro “Barbudo” en 1801 en
Madrid que él mismo había escogido la tarde anterior. Le metió un
cuerno por el estómago y le destrozó por dentro. La reina Maria
Luisa estaba presente en la cogida, y el mismo Goya pintó
al diestro en la mortal faena.
Al final del siglo
XIX serían el cordobés Rafael Molina Sánchez, Lagartijo y
el granadino Salvador Sánchez, Frascuelo, los
dos grandes ídolos de la afición. Luego vinieron, Espartero, (que murió corneado en Madrid por el toro Perdigón. Su cadáver fue
embalsamado y trasladado a su ciudad natal, Sevilla, donde le
esperaban más de seis mil aficionados para darle su último adiós) y Bambita, otro
sevillano de postín.
Miren qué anécdota más curiosa.. Acabada una corrida
en La Coruña, le dijeron a Bambita que se quedara a dormir.
Él dijo que no, que tenia que torear en Sevilla dos días mas tarde.
Ante la impertinencia de uno que le dijo que eso estaba muy lejos,
dijo Bambita: “Qué coño lejos; Sevilla está donde tiene que
está, lo que está lejos es esto”.
A principios ya del
siglo XX entran en escena Machaquito y Manuel Mejias, Papa
Negro, el fundador de la dinastía de los Bienvenida. Y luego el
sevillano Belmonte y Joselito “el Gallo”.
El 20 de mayo de 1920 había toros en Talavera de la Reina; el cartel inmejorable, un mano a mano entre Ignacio Sanchez Mejías y Joselito, “el Gallo”. El quinto toro de la tarde, “Bailador”, negro bragao y tuerto, se cebó con Joselito. El cuerno derecho le destrozó el vientre. Fue un día de luto nacional.
--¡Oh, nada menos que Joselito, muerto por un toro!. --La noticia corrió como la pólvora por todo el país. La relevancia de su muerte queda reflejada en el telegrama que envió Rafael Guerra “Guerrita” a Ignacio Sanchez Mejías “Impresionadisimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. ¡Se acabaron los toros!.”
El 20 de mayo de 1920 había toros en Talavera de la Reina; el cartel inmejorable, un mano a mano entre Ignacio Sanchez Mejías y Joselito, “el Gallo”. El quinto toro de la tarde, “Bailador”, negro bragao y tuerto, se cebó con Joselito. El cuerno derecho le destrozó el vientre. Fue un día de luto nacional.
--¡Oh, nada menos que Joselito, muerto por un toro!. --La noticia corrió como la pólvora por todo el país. La relevancia de su muerte queda reflejada en el telegrama que envió Rafael Guerra “Guerrita” a Ignacio Sanchez Mejías “Impresionadisimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. ¡Se acabaron los toros!.”
Ya
avanzado el siglo XX llegaron Rafael Gómez Ortega, El
Gallo, hermano de Joselito e
Ignacio Sánchez Mejías. De
éste último conocemos los poemas dedicados a su muerte en 1934 en
la plaza de toros de Madrid, de Federico García Lorca y de Alberti.
Luego vinieron Cagancho
y Chicuelo. Y más
tarde Domingo Ortega y Manolete, y
Carlos Arruza y Antonio Bienvenida y
Dominguín y Antonio
Ordoñez, y Diego
Puerta y Paco Camino,
y Curro Romero y
Palomo Linares, y
Paquirrri, y
Manzanares y El Niño
de la Capea, y...
En
fin, es verdad que los toros ya no son lo que eran. Pero sepan que
antes suscitaban más pasiónes que el fútbol. Ahora éste le da
cuarenta vueltas en importancia y número de aficionados. Aunque
también esto es cosa de dos, el Real Madrid
y el Barcelona.. Si,
no lo duden, la cosa siempre es de dos..
Joaquín
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