lunes, 11 de noviembre de 2019

Estaba enamoradísima de su marido, por eso se volvió loca por lo que pasó

                                                                                      

Juana se volvió loca.. si, loca de amor. Pero tuvo motivo para ello: estaba profundamente enamorada de Felipesu marido, y se le murió de repente. Le puede pasar a cualquiera.

Era guapísimo, por algo le llamaban Felipe el Hermoso: de cabello rubio, ojos azules, delgado, esbelto, enamoraba a todas las mujeres que lo miraban. En parte, de ahí los celos de JuanaConste que ella tampoco se quedaba atrás en hermosura. Un par de retratos suyos hay por ahí, lo podéis comprobar... 

Se cayeron tan bien al verse por primera vez, que no esperaron ni a celebrar la boda. Un cura a toda prisa les dio la bendición y se fueron a su luna de miel particular.. Una habitación de Palacio fue el destino.. Tres días con sus noches estuvieron los dos haciendo el amor. Cuando salieron, exhaustos, se celebró el casamiento por todo lo alto..

Pero la desgracia se cebó con ella... una tarde de verano... 

Acababa Felipe de jugar un torneo de pelota junto a unos amigos, a las afueras de Burgos, y sudaba la gota gorda del ímpetu que pusieron.. Como le dio mucha sed, se bebió medio botijo de agua helada que le dieron para refrescarse.. Esa misma noche cogió unas terribles fiebres de las no se recuperó.. Falleció una semana más tarde.. 

Y así empezó su locura...

Imaginaos su tristeza y desesperación, él murió en sus brazos.. Rota de dolor tuvieron que recluirla en una habitación de palacio. Tres meses estuvo encerrada y cerca de la muerte. Cuando salió ya habían enterrado a su marido.. Y entonces desvarió,

Ordenó desenterrarlo. Luego hizo colocar el ataúd en una suntuosa carreta y con todo el boato preceptivo de un rey, se dispuso llevarlo hasta Granada. Allí quería darle sepultura, junto a su madre, Isabel.

Dos largos años duró el trayecto.. Las caminatas se hacían de noche por caminos embarrados o polvorientos, dependiendo de la estación del año. A veces pernoctaban durante semanas en conventos y monasterios cercanos al camino. 

Fijaos qué locura: Obsesionada, jamás quiso que mujer alguna, ni monja siquiera, se acercara al cadáver de Felipe. ¡¡Dios mío, hasta celos de un muerto tenía la pobre!!.

Con el cuerpo de su marido ya medio deshecho y pestilente llegaron a Granada. El padre de ella, Fernando, se encargó finalmente de enterrarlo.. Por cierto, vivió, la desgraciada, muchos años más, pero ya no fue vida la suya. Quiso descansar definitivamente junto a su marido. 

Se cumplieron sus deseos... aquí en Granada yacen los cuatro.. Su padre Fernando, su madre Isabel (los Reyes Católicos), su marido, Felipe el Hermoso, y ella, Juana la loca.. loca por amor, claro..

Joaquín

                                                                     

                                                                            Juana, la Loca


                                                                        

                                                                      Felipe, el Hermoso


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