Amiga..
Me acostumbraste a tu insistencia.
Has conseguido alterar de manera irreversible
el sosiego de mis madrugadas.
Te has convertido, acaso a sabiendas,
en pícara cómplice de mi corazón.
Él y tú os habéis confabulado
para hacerme dependiente de tus caprichos..
--Joaquín--
Mirad qué manera más
atroz de suturar perforaciones en el abdomen tenían algunos médicos de antaño, después de intentar arreglar una úlcera de estómago: --Juntaban los bordes de la herida y los hacían morder por hormigas de
gran tamaño; una vez que éstas habían mordido les cortaban el
cuerpo quedando la cabeza, que hacia la función de grapa-- Éste pavoroso procedimiento podía tener éxito si no se
producían infecciones. ¡Menos mal que esto pasaba en la
Edad Media!. Uffff, demos gracias al cielo por haber nacido en el siglo XX y no
entonces...
Esto de
la cirugía, como tal, ha ido evolucionando muy
lentamente a lo largo de los siglos, porque no crean que al nivel de
precisión y acierto que hemos llegado hoy en éste importante asunto
lo hemos aprendido en dos tardes, como le dijo el exministro Jordi
Sevilla a Zapatero para saber de economía, ¡que va!, esto
empezó, casi, en la prehistoria y no ha dejado de evolucionar hasta
hoy.
--“Si un médico ha
tratado a un hombre de una herida grave con el punzón de bronce y el
hombre muere, o si abre la córnea de un hombre con el punzón de
bronce y le salta el ojo, al médico se le cortarán las manos”--.
Ésta severa sentencia era una de las muchas con las que disfrutaban
y/o padecían los Babilonios allá por el año 1800
a.c. Esto es real como la vida misma, aparece en el llamado, Código
de Hammurabí; un conjunto de leyes impresa en una estela de
piedra de diorita de 2.50 metros de alto por 50 centímetros de
ancho, muy bien conservada, por cierto, y que se encuentra en el
museo del Louvre de París... Es
una de las joyas del museo.
Pero tampoco piensen
que nuestros antepasados lo hacían todo mal en cirugía, ni mucho
menos, en ésta difícil disciplina estaban más avanzados que en la
medicina tradicional. En algunas civilizaciones antiguas ya
practicaban amputaciones, cesáreas, operaciones de cataratas,
incluso se atrevían con las fistulas anales; ¡No quiero ni pensar
cómo le pondrían el culo a aquellos pobres dolientes!..
En tiempos de los
romanos, un tipo que se hizo famoso como médico, Aurio Cornelio
Celso, ya aconsejaba lavar bien las heridas con vinagre. Y más tarde
un francés, en la Edad Media, un tal Chauliac, publicó un tratado
sobre cirugía que fue muy divulgado. En él ya se superaba los
conocimientos de los dos grandes expertos de la antigüedad, los
griegos, Hipócrates y Galeno. En su
libro describía operaciones de hernias o cataratas, y aconsejaba
ciertos tipos de narcóticos como anestesia. Precisamente las teorías
de Galeno, que como no podía diseccionar personas lo hacía con
monos extrapolando luego los órganos y sus funciones a humanos,
hicieron mucho daño al avance de la medicina y cirugía.
Más tarde otro
francés, Ambroise Paré, inventó el braguero; aún se utiliza. Éste mismo lumbreras abandonó el
tratamiento de las heridas de bala con aceite hirviendo, muy
utilizado entonces porque producía necrosis, y comenzó a usar yema
de huevo y trementina, obtuvo mejores resultados, ¡Ya ven!... Por
cierto, éste tipo introdujo en Europa la implantación de toda clase
de prótesis, como miembros artificiales, ojos de oro o dientes de
plata..
Y pasó el tiempo, y
la cirugía siguió avanzando... En 1865 el británico John Líster,
inventó, por fin, la anestesia. Unos años más tarde aparecieron
los Rayos X, y ya fue la repera ¡Poder ver el
interior del cuerpo sin abrirlo! ¡Qué pasada!...
Pero, agárrense,
otra de las novedades a las que apenas le prestamos atención, pero
que es la leche, fue el descubrimiento de los grupos sanguíneos por
el biólogo alemán Karl Landsteiner en 1910. Hasta entonces no se
podían hacer transfusiones de sangre ¿Se imaginan? . Y así, poco a
poco, hemos llegado al Rayo Láser y con él la
cirugía no invasiva, que nos permite salir andando y canturreando
después de una operación de hernia. O la Resonancia
Magnética Nuclear, que te miran hasta lo más ínfimo que tengas
en la tripa o en la cabeza; aunque en el cerebro de algunos apenas
lleguen a ver nada interesante...
En fin, en estas andamos. No sé
qué será lo próximo, pero si el amigo Galeno levantara
la cabeza y viera que ya no hace falta diseccionar primates para
conocer el cuerpo humano, se moriría del susto.
Joaquín
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