Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos, limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
de apretados capullos se viste...
Por eso,
cada vez que paso a su lado,
digo procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
“Es la higuera el más bello
de todos los árboles del huerto”
Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo a él le cuente;
¡Hoy a mi me dijeron hermosa!
--Juana de Ibarbourou--
Había una vez hace mucho mucho tiempo una princesa joven y bella, Cristina era su nombre. Pero los que fueron a buscarla desde un lugar muy lejano para casarla con uno de los suyos no sabían cómo era; jamás la habían visto.
Los que fueron a buscarla venían de un remoto país llamado España. Se trataba de una comitiva real enviada por el rey de Castilla, Alfonso X, el Sabio.
Cristina vivía en Noruega, ese lugar frío e inhóspito del norte de Europa, y la buscaban porque pretendían desposarla con uno de los siete hijos del rey Alfonso.
--¡Oh, qué guapa es!--dijeron al verla por primera vez--¡qué rubia y qué ojos azules atesora la moza!
El padre de Cristina, el rey de Noruega, se extrañó de que, ni su hija ni él aún no supieran de cuál de los siete hijos iba a ser la esposa, pero consintió ceder a su hija con la esperanza de que algún día fuera reina de Castilla.
Con todo el dolor de su corazón, el rey se despidió con lágrimas del cortejo en el que iba su hija camino de Castilla, un país muy lejano del que apenas había oído hablar siquiera.
Ya en Castilla, a la princesa le correspondía elegir entre los siete hijos del rey. Y la princesa eligió, y eligió mal; el infante Felipe fue el escogido, un niñato tarambana que estaba destinado a ser Arzobispo
Felipe dejó la sotana y la mitra y se lanzó a por la guapa y rubia joven. Se casaron y fueron... no precisamente muy felices..
La chica murió tres años después, de melancolía. Tan lejos de su gente, tan duro el clima (muy diferente al suyo) y la mala vida que le dio el infante más golfo que le tocó en suerte, pudieron más que su juventud..
Cristina está sepultada en Covarrubias, un pueblo alejado entonces de la corte, porque así lo quiso su marido. A él lo enterraron no muy lejos de allí.
No sabemos qué fue de su querido padre, tan lejos. Tal vez murió de pena por la suerte de su princesita...
Desde hace ya una eternidad las jóvenes casaderas de ése pueblo de Burgos tienen la costumbre de depositar un ramo de flores en la tumba de la princesa prematuramente muerta, antes de pasar por la vicaría. Les trae suerte, aseguran.. la suerte que no tuvo Cristina..
Joaquín
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