lunes, 22 de octubre de 2018

Cuando me digas tu nombre...






Amor de un alma taciturna y vieja;
amor que es como música olvidada,
que tienen azul resignación de oveja,
que lo da todo y no pide nada.
(M.A.Peguero)


No sé a ustedes pero a mi me fascina el origen de los nombres de pueblos, ciudades y países. Hoy en día los vemos con absoluta normalidad y costumbre, pero apuesto que si conociéramos el porqué de esos nombres nos llevaríamos grandes sorpresas.
El origen de la palabra España, por ejemplo, no está muy claro y se barajan varias teorías. Una de ellas, la más conocida, es la que deriva de la palabra fenicia “I-spn-ya”, y que los romanos después interpretaron como Hispania, (tierra de conejos). Y, parece ser, los había, y muchos. Sin embargo, San Isidoro, ése sabio del medievo, pensaba que lo de Hispania venia por la ciudad de Hispalis (Sevilla) que ya era muy conocida en la antigüedad y que por extensión se lo pusieron a todo el territorio. Incluso otra teoría defendida por algunos dice que proviene de Izpania y que significa “que parte el mar” en euskera. En fin, a ver si los investigadores se ponen de acuerdo y nos aclaramos.
Si nos alejamos un poquito hacia occidente por el Atlántico nos encontramos con Los Estados Unidos de América. Bueno, lo de América ya saben que a ése continente fue injusto llamarle así. Se lo pusieron porque un marino y cartógrafo italiano que trabajó en la Casa de Contratación de Sevilla (Archivo de Indias) se llamaba Américo, y como fue uno de los primeros en hacer un mapa de aquella zona, y lo firmó, pues se quedó con su nombre, para infortunio, por cierto, de Colón y de otros exploradores españoles que se lo merecían más.
Pero ya que estamos en América y en elecciones, el nombre del estado de Florida, uno de los más prósperos del país, se lo debe al explorador vallisoletano Juan Ponce de León. Al llegar éste a esa bonita tierra, (fue el primero en hacerlo) coincidió justo con la Pascua Florida en España, así que, para qué buscar más, le puso Florida.
¿Y California? Pues el nombre del estado más poderoso, poblado y rico de los Estados Unidos es ése gracias a un escritor español, Garci Ordoñez de Montalvo, que escribió en 1510 una historia sobre ésa zona, desconocida entonces, pero que se le parecía a Califerme, un territorio inexistente mencionado en el famoso poema medieval “La canción de Roland”
Los habitantes de Arizona, otro gran estado el país, deben estarle agradecido al salmantino Francisco Vázquez Coronado, que fue el primer occidental que pisó esa zona, que al ser seca y árida no tuvo que romperse mucho la cabeza inventado un nombre.
Volviendo otra vez a España. ¿Qué me dicen de nuestro Jerez? Sí, ésa ciudad tan resalá de la provincia de Cádiz, patria de ése vino generoso apto para saborearlo a media mañana, o media tarde después del café que eso es cuestión de gustos. Pues sepan que la palabra Jerez es de las pocas en Andalucía que no tiene origen árabe, sino celta, y viene de “Ceret”, y que los romanos entendieron como Xeritium. 
Un poco más al este de Jerez, como a doscientos kilómetros pero sin salir de la misma comunidad autónoma, tenemos a la bella, Granada, famosa por su Alhambra, que no significa otra cosa en árabe que, fortaleza roja, se ve a las claras que el nombre hace honor a su robustez, y a su color. Pues bien, el apelativo Granada proviene de ésa fruta tan exquisita de granos rojos y que era muy abundante en la zona, así de sencillo, y así de bonito...
Si cambiamos de autonomía y nos desplazamos a Cataluña, el nombre Cataluña, parece ser, viene de los moradores que vivieron allí una vez, los “godos”. Aunque estos se extendieron después por toda la península. La palabra godo derivó en Gotalonia (tierra de godos), y de ahí a Cataluña va un paso. Y es que los godos, un pueblo bárbaro que venia de Suecia, recalaron en España después de arrasar media Europa, y entraron precisamente por ahí, por Cataluña. Barcelona, sin embargo, ya existía desde mucho antes. Su nombre viene de la familia cartaginesa los “Barca” algunos de sus miembros más conocidos fueron, Amilcar Barca, o el mismísimo Anibal. Se empezó con Barcino, de aquí a Barcinona, y hasta lo de hoy.
Una antigua palabra francesa para denominar las brasas del fuego era “braise” de ahí lo de brasero. Bueno, pues existe una madera dura y roja muy utilizada para elaboración de tintes y que tiene unos colores tan brillantes que parece estar ardiendo, por eso se le llama “Palo de Brasil”. En siglo XIV se difundió un rumor de que había una isla en el Atlántico donde abundaba esta madera, así que al pisar aquella tierra se le puso de nombre Brasil.
Cuando el descubrimiento de América, hubo una disputa entre Portugal y España sobre el reparto de esas tierras. Intercedió el Papa Alejandro VI, que marcó una linea divisoria sobre un plano; los territorios a la izquierda serian para España y los de la derecha a Portugal, como entonces no se conocían del todo, los españoles hicimos el canelo y Portugal se llevó la mayor tajada sin merecerlo. Hoy en día Brasil, que les tocó a ellos, es el mayor y más poblado país de Sudamérica, y uno de los primeros del mundo. ¿Se imaginan la importancia del castellano si allí lo hablaran también? En fin, fue una metedura de pata; claro que después las metimos muchas más veces.
Dicho queda...
                                                                  Joaquín Yerga
                                                                 



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