miércoles, 24 de octubre de 2018

Tu nombre en mis labios...





Cuando estés vieja, niña
te acordarás de aquellos versos que yo decía.
Tendrás los senos tristes de amamantar tus
hijos,
los últimos retoños de tu vida vacía...
Yo estaré tan lejano que el amor y la pena
que antes vacié en tu vida como un ánfora
plena
estarán condenados a morir en mis manos.
Y será tarde porque se fue mi adolescencia,
tarde porque las flores una vez dan esencia
y porque aunque me llames yo estaré
tan lejano...
--Neruda--


Me estaba acordando del nombre que le puso el explorador español Gaspar de Pórtola a un pequeño poblacho que acababan de fundar en California, le llamó nada menos que: “El rio de Nuestra Señora de los Ángeles de Porciuncula Si, si, pero..
Menos mal que los ingleses, tan prácticos ellos, lo abreviaron llamándole simplemente, Los Ángeles. Hoy es la segunda ciudad de los Estados Unidos en población y la más grande del mundo en extensión. Si nuestro paisano D.Gaspar levantara la cabeza y viera qué emporio de riqueza y lujo es hoy aquel pueblucho seguro que se caía de espaldas y volvía a morirse del susto, el buen hombre.
Un poco más al norte de la ciudad de Los Ángeles, a 600 kilómetros, está la hermosa ciudad de San Francisco, la de las colinas, la del mítico puente Golden Gate y la famosa cárcel de Alcatraz que está en frente, donde, por cierto, jamás nadie se evadió, ni tan siquiera el gánster Al Capone, que acabó allí sus desenfrenados días. Pues sepan que el nombre de San Francisco se debe a otro español, en este caso un fraile franciscano; faltaría más, aquí todo el mundo barriendo para casa. Pasaba éste buen hombre por allí camino de Filipinas y se le ocurrió poner a esa hermosa ensenada del Pacifico, “Bahía de San Francisco”... y con eso se quedó...
Fijaos en la diferencia tan abismal que hay entre los españoles, que somos más bien, místicos, piadosos, orgullosos, y los ingleses tan, pragmáticos, tolerantes, materialistas, tan demócratas, que casi todas las ciudades que fundamos en el Nuevo Mundo, insisto, casi todas, le pusimos nombres alusivos a las advocaciones de la virgen o hacen referencia a nombres de santos. Si no, mirad.. 
Sin necesidad de alejarse mucho de California, allí mismo fundamos, San José, San Diego, Santa Mónica, Santa Bárbara etc. etc. Si son capaces de encontrar entre los cientos de ciudades que crearon los ingleses más de tres con nombres de santos o de vírgenes tenéis premio.
Abundando en nuestras extravagancias religiosas, si os fijáis en los nombres que les pusimos a las poblaciones de Sudamérica, ya ni les cuento. Casi todas hacen alusión a santos, excepto unas cuantas, como Chile, que parece ser, alude a una palabra india que significa nieve, y seguro que era por las nieves de los Andes. Y para que crean lo que les vengo diciendo, vean... La capital del país es Santiago de Chile y la fundó un extremeño de Villanueva de la Serena, Pedro de Valdivia, y se lo puso en honor al patrón de España, ¡claro!..
A 600 kilómetros al oeste de Chile, en el océano Pacifico, se encuentra la isla de Juan Fernández, llamada así por su descubridor. Evidentemente no se rompieron mucho la cabeza. Mirad, desde 1704 a 1709 fue abandonado allí más sólo que la una, un marinero escocés, y ése episodio inspiró a Daniel Defoe para escribir su famoso libro, Robinsón Crusoe.
No se si lo sabéis, pero Chile es uno de los países más raros del mundo en su fisonomía. Es espectacular.. de norte a sur hay la escalofriante cifra de 4.600 kilómetros, es decir, bastantes más que de Cádiz a Moscú y, ¡claro!, si en el sur el ambiente es gélido (cerca de Polo Sur) en el norte se mete ya, casi, en el trópico. Pero, lo paradójico es que de ancho es poco más que Portugal. 
En fin, y pensar que una vez todo esto fue nuestro...
Joaquín
                                                                      
                                                                          



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