martes, 1 de marzo de 2022

Un lugar en el infierno

                                                                                     



En lo profundo de mi ser bucean las tristezas,

pescadoras de lágrimas, y vuelven mudas

con las negras conchas en donde brillan

gotas heladas. A veces me revuelvo

contra ellas y las muerdo con rabia,

como la niña desvalida y mártir 

muerde a la arpía que la maltrata.

--Manuel Gutiérrez--



No era habitual en aquellos tiempos (finales de los setenta) meterse en intríngulis teológicos, se creía en Dios y punto. Sin embargo aquella chica de Bienvenida y yo solíamos tener sesudas conversaciones acerca de lo divino y de lo humano. Después lo supe, pasaba ella por una crisis de fe. 

Recuerdo que una vez me preguntó:

---¿Crees en el infierno, Joaquín?

---Ufffff---exclamé---no sé, quizás algún filósofo o teólogo sepa decirte algo más, pero lo que está claro es que no fue un invento de Dios. La primera idea del infierno viene de Platón. Él creía en la dualidad Cuerpo/Alma. El cuerpo corruptible desaparecía de la tierra después de muerto, pero el alma era inmortal y habría, por tanto, que buscarle un acomodo. Y qué mejor acomodo que premiar a los justos con el cielo y a los malvados con el infierno.

En aquella época estaba yo despertando no sólo al amor, también al conocimiento; me leía todo lo leíble, incluida la historia de las religiones, que me fascinaba.

Se sorprendió por mi respuesta. Ella era muy religiosa, igual que su familia, y no entendía que lo del infierno viniera del paganismo de Platón, y no de la Biblia. 

Quiso saber más:

---Pero, ¿entonces por qué nos asustan los curas con el infierno?.

---Están en su papel---le respondí ufano---el infierno, que lo imaginamos como un lugar espeluznante con fuego abrasador y eterno donde los pecadores se asarán de calor de por vida, no es más que un invento de San Agustín, lo copió de Platón. El Antiguo Testamento no lo menciona siquiera. Para los judíos, que fueron quienes lo escribieron, el infierno no existía. Todo lo que Dios nos tenía reservado se desarrollaría aquí en la tierra---concluí

Ignoro si esa noche, después de hacer el amor en mi coche y permanecer horas hablando y fumando en su interior, contribuí a ahondar su crisis de fe, posiblemente. El caso es que me confesó que, aquella vez conmigo, fue su primera vez. 

Para entonces yo ya sabía de su inexperiencia y me sentí muy halagado por ser yo quien la iniciara en esos menesteres. Unos meses más tuvimos saliendo y haciendo el amor a diario. Después nos dejamos. Me vine a Madrid y no he vuelto a verla. 

De aquella primera noche recuerdo que, al despedirnos, ya casi al alba, le dije con ironía:

---Después de esto despídete del cielo; irás al infierno de cabeza..

Luego nos rozamos los labios en un beso suave y nos dijimos adiós. Ella sonrió, simplemente.

No quedé totalmente satisfecho de lo ocurrido en aquella velada. En lo del amor, nada que objetar, supongo que fue bonito para los dos. En cuanto a lo del infierno, ahora lo pienso, no debí profundizar en su crisis religiosa, aún era una niña..

Joaquín





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