miércoles, 2 de febrero de 2022

El zapatero del pueblo, una niña, una violación

                                                                                   


 

Se llamaba Carolina Otero y a los 10 años fue violada por el zapatero de su pueblo. La encontraron a las afueras con la pelvis destrozada por los esfuerzos del bestia remendón al forzarla.

Eran tiempos complicados aquellos (finales del siglo XIX), así que el crimen quedó impune. Defraudada, la chica se propuso no pasar más calamidades ni fiarse de nadie. Y lo cumplió a rajatabla... con apenas trece años se largó a Lisboa con su primer amante. Y qué curioso, éste le enseñó flamenco. 

Más tarde dejó al amante y a Lisboa y recaló en Barcelona, donde enamoró a un banquero alemán que la paseó por media Europa promocionándola como bailarina española exótica. Lo español estaba de moda entonces.

Con esos mimbres, apenas nada tardó en triunfar en los mejores cabarets. En Paris fue una artista excepcional. Contaban de ella que fascinaba a todos. Tenía una cintura de avispa y unos pechos turgentes, además de ser guapísima. Y sobre todo, se movía en el escenario con una voluptuosidad que "levantaba pasiones".

¿Os suena los nombres de: Guillermo II de Alemania, Alfonso XIII de España, o Eduardo VII de Inglaterra? Pues todos ellos y más pasaron por su cama; esto os da una idea de las hechuras de la moza. 

Pero Catalina Otero tenía un problema, todo lo que ganaba se lo gastaba en los casinos. Hizo una gran fortuna y sin embargo murió arruinada, sola y empobrecida en un apartamento que le costeaba el Casino de Montecarlo, en agradecimiento por el pastón que se gastó allí a lo largo de su vida. 

Por cierto, a su entierro solo acudieron, el director del Casino y el croupier, y eso que fue conocida como La Bella Otero, la mejor vedette española que jamás hemos tenido. 

Joaquín

                                                                                       

                                                               la Bella Otero



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