Yo
te amaré en silencio... como algo inaccesible,
como
un sueño que nunca lograré realizar;
y
el lejano perfume de mi amor imposible
rozará
tus cabellos... y jamás lo sabrás.
--J. A. Buesa--
Si os digo su nombre de pila, pocas la vais a reconocer, aún así os lo digo, Carolina Otero se llamaba y había nacido en una aldea de Pontevedra. Tampoco de las terribles vicisitudes de su infancia sois conocedoras, por ejemplo que a los 10 años fue violada por el zapatero del pueblo. La encontraron a las afueras con la pelvis destrozada por los esfuerzos del bestia remendón al forzarla.
Eran tiempos duros aquellos (finales del siglo XIX), así que el crimen quedó impune. Defraudada, la chica se propuso no pasar más calamidades ni fiarse de nadie. Y lo cumplió a rajatabla... con apenas trece años se largó a Lisboa con su primer amante. Éste le enseñó flamenco.
Más tarde dejó al amante y a Lisboa y recaló en Barcelona, donde enamoró a un banquero alemán que la paseó por media Europa promocionándola como bailarina española exótica. Lo español estaba de moda entonces.
Con esos mimbres, apenas nada tardó en triunfar en los mejores cabarets. En Paris fue un personaje excepcional. Contaban de ella que fascinaba a todos. Tenía una cintura de avispa y unos pechos turgentes, además de ser guapísima. Y sobre todo, se movía en el escenario con una voluptuosidad que levantaba pasiones.
¿Os suena los nombres de: Guillermo II de Alemania, Alfonso XIII de España, o Eduardo VII de Inglaterra? Pues todos ellos y más pasaron por su lecho; esto os da una idea de las hechuras de la moza.
Pero Catalina Otero tenía un problema, todo lo que ganaba se lo gastaba en los casinos. Hizo una gran fortuna y sin embargo murió arruinada, sola y empobrecida en un apartamento que le costeaba el Casino de Montecarlo, en agradecimiento por el pastón que se gastó allí a lo largo de su vida.
Por cierto, a su entierro solo acudieron, el director del Casino y el croupier, y eso que fue conocida como La Bella Otero, la mejor vedette que jamás hemos tenido.
Joaquín
la Bella Otero
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