Nos amamos los dos, pero de modo
que, con el alma ardiente y agitada,
con sólo vernos nos dijimos todo,
sin que los labios se dijeran nada.
Sólo sé que en un día de verano,
al verla sonreír con embeleso,
mi mano fría se llegó a su mano
y mi boca a su boca, y hubo un beso.
--Rubén Darío--
Teófilo Gautier fue un excelente escritor francés del siglo XIX enamorado de la pintura de nuestro paisano Zurbarán. En 1840, tiempos de Isabel II, hizo un viaje a España y visitó el Museo del Prado; quedó maravillado con sus cuadros..
Gautier se acercó a Andalucía, pero no pasó por Fuente de Cantos, a pesar de que aquí había nacido su ídolo. A cambio cogió el antiguo camino de Despeñaperros y se plantó en Córdoba, Granada y Sevilla; en ésta última ciudad asistió a varias corridas de toros.
En los tiempos en los que Teófilo Gautier visitó España, eran Cúchares y Chiclanero los dos toreros que triunfaban por los ruedos del país.
Pero cuarenta años antes, paseaban sus palmitos por las plazas los dos, casi, reformadores de este antiguo arte, el gran Pedro Romero, que inauguró la conocida y castiza plaza de Ronda y Pepe Hillo, el sevillano elegante, ídolo de la aristocracia. Se codeaba con ellos por palacios y salones de baile, la Duquesa de Alba, la reina María Luisa y su amante Godoy, nuestro paisano.
Al final de ese siglo (XIX) serían el cordobés Rafael Molina Sánchez, Lagartijo y el granadino Salvador Sánchez, Frascuelo, los favoritos de la afición. Luego vinieron, Espartero, que murió corneado en Madrid por el toro Perdigón. Su cadáver fue embalsamado y trasladado a su ciudad natal, Sevilla, donde le esperaban más de seis mil aficionados para darle su último adiós) y Bambita, otro sevillano de postín.
A principios ya del siglo XX entran en escena Machaquito y Manuel Mejías (Papa Negro) el fundador de la dinastía de los Bienvenida. Y luego el sevillano Belmonte y Joselito “el Gallo”.
Ya avanzado el siglo XX llegaron Rafael Gómez Ortega, El Gallo e Ignacio Sánchez Mejías. De éste último conocemos los poemas dedicados a su muerte en 1934 en la plaza de toros de Madrid, de Federico García Lorca y de Alberti.
Luego vinieron Cagancho y Chicuelo. Y más tarde Domingo Ortega y Manolete, y.. Carlos Arruza y Antonio Bienvenida y.. Dominguín y Antonio Ordoñez, y.. Diego Puerta y Paco Camino, y.. Curro Romero y Palomo Linares, y.. Paquirri, y Manzanares y... Es decir, el toreo siempre ha sido cosa de dos..
Por cierto, para qué engañarnos, Fuente de Cantos no ha sido nunca un pueblo muy torero como Zafra y su plaza, y mucho menos que Almendralejo u Olivenza, o incluso Segura de León y sus encierros, pero si hubo toros.
En los programas de festejos de los tiempos pretéritos jamás faltaron el circo y los toros en Fuente de Cantos, aunque nunca tuvimos plaza fija, sino que se construía al efecto una empalizada con carros y carretas en algún apropiado esquinazo.
Claro, que el nombre de la calle Coso (Reyes Huertas) alude a toros allí celebrados. También el nombre de la calle Carrera pudiera derivar de, "carrera de toros", pero esto último solo son especulaciones. Bueno, y qué me decís del Conde de la Corte y su divisa verde, encarnado y oro, y tan vinculado a nosotros..
En fin...
Joaquín
Plaza del Ayuntamiento
calle Cristina
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