Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un Dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.
--Bécquer--
--No creas que en todo asunto que se nos ocurra, cualquier tiempo pasado fue peor, amiga mía, ni mucho menos. Te lo digo por la historia de esa mítica ciudad de la que hemos visto restos, una ciudad que si supieras de ella te llevarías las manos a la cabeza, por lo increíble-- -le dije aquella mañana de sábado caminando por la calle Serrano, de Madrid--
--¿Por qué me lo dices, Joaquín?-- -me contestó mi amiga-- -¿No será por las estatuillas antiguas que hemos visto en el museo?--
Acabábamos de salir del museo arqueológico, en la calle Serrano, y nos íbamos ya a comer. Habíamos entrado por casualidad. Andando por la misma acera del museo lo vimos abierto y le sugerí entrar y echar un vistazo a la Dama de Elche, la joya del museo que allí se halla. Pero además le expliqué que contiene el museo una cantidad enorme de restos arqueológicos, piezas antiguas de incalculable valor, estatuas, sarcófagos egipcios etc.etc.
--Sí, amiga, te lo digo por eso y por más cosas. Mira-- -le dije-- -la ciudad que te decía es Babilonia y la menciona la Biblia como “La Gran Ramera”. Déjame que te cuente de la liberalidad de costumbres había en esa legendaria ciudad. Y te recuerdo que estamos hablando de hace cuatro mil años--
--La ciudad de los jardines colgantes-- me recordó mi amiga-- -algo he oído de ella--
--Cierto, pues según contaba el gran historiador Herodoto que visitó la ciudad, toda mujer del país debía yacer con un extranjero al menos una vez en su vida. Fíjate qué cosas: se sientan los dos en el santuario de Afrodita; el extranjero le echa dinero en el regazo y yace con ella. Después ella tiene que decir en voz alta: “Te reclamo en nombre de Afrodita”. Luego se va a su casa a sus quehaceres y lleva una vida honesta. Evidentemente eran ritos sagrados antiquísimos en aras de la fertilidad. ¿Qué te parece?-- -concluí relamiéndome de gusto por hacerme el interesante--
--Ufffff qué costumbres más curiosas. Eso no lo sabía-- -me contestó sorprendida por la excentricidad de los babilonios--
A punto de llegar ya al restaurante de la calle Diego de León en el que habíamos quedado con su marido para comer, le animé a aminorar la marcha para terminar de contarle la historia de Babilonia. Aunque le mentí descaradamente; le sugerí qué íbamos a llegar demasiado pronto..
--Babilonia-- -continué-- -estaba situada en un cruce de caminos entre los ríos Tigris y Eúfrates, y llegó a ser tan populosa y deslumbrante que aún mil años después de sus desaparición estaba en boca de todos. Sus principales atractivos eran, su zigurat (torre de 90 metros de altura dedicada a los dioses), sus más de 50 templos, sus numerosos mercados, y sobre todo sus jardines colgantes, tan famosos y tan espectaculares, que tú ya sabes, una de las siete maravillas del mundo--
--Si, sí-- -me replicó mi amiga entusiasmada-- -los jardines son uno de los grandes enigmas de la historia, poco se sabe de ellos-- -replicó ella en plan listilla--
--Mira-- -insistí-- -Los jardines colgantes fue un regalo de Nabucodonosor a su esposa Amytis, que echaba de menos las montañas y el verdor de su tierra. Los jardines contenían plantas cultivadas por encima del nivel del suelo y las raíces de los arboles se enredaban en las elevadas terrazas en lugar de hacerlo en la tierra. Chorros de agua emergían desde fuentes elevadas; todo rezumaba arte y lujo real. Por cierto, el agua lo extraían del Tigris a través de norias y canales--
--¡Oh!, qué bonito tuvo que ser, Joaquín. ¿y cómo te acuerdas de todo eso?. Bueno, qué pregunta, ya sé que te encanta la historia-- -me dijo riendo--
--Y no sabes lo mejor-- -proseguí dándole la matraca-- -Babilonia también fue conocida por la Torre de Babel. A la la torre la rodeaba una rampa de acceso que permitía subir a la cima.. Todas las noches escogían a una joven de la ciudad que subía hasta arriba y, desnuda, se tumbaba en una cama de oro macizo allí colocada, hasta que el dios Marduk bajaba y la poseía.. Cada día le tocaba a una chica diferente, a cual más bella--
--Vamos, vamos, Joaquín, eso debe tener una explicación más plausible. Dime, qué pasaba realmente-- --me sugirió intrigada--
--Supongo, querida amiga y, aunque el historiador Heródoto que era el que nos contaba todo esto nada dijera al respecto, que la mujer, soñolienta por los efectos de algún alucinógeno, sería poseída por algún despabilado santón religioso del templo--
--Jajaja ya me lo imaginaba, aprovechaos los ha habido siempre, sobre todo si se trata de incautas jovencitas--
Entramos ya en el restaurante. En un rincón del comedor sentado en la mesa reservada, nos esperaba el marido de mi amiga impaciente. La verdad que, hablando hablando, nos habíamos retrasado más de la cuenta. Pero enseguida el camarero nos sirvió la bebida y nos pusimos a hablar del menú.. Echamos una estupenda tarde.
Joaquin
Torre de Babel en Babilonia
Jardines colgantes de Babilonia
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