viernes, 11 de febrero de 2022

El viaje de su vida..

                                                                                     



Viajar es sentirse poeta,

escribir una carta,

es querer abrazar.

Abrazar al llegar a una puerta

añorando la calma,

es dejarse besar.

--García Márquez--



Hasta no hace mucho España era para los europeos un país exótico, un país misterioso, atrayente, especialmente propicio para aventuras arriesgadas. Los escasos viajeros que osaban penetrar por los Pirineos y recorrerlo sorteando nuestra complicada orografía eran unos héroes. O cuanto menos individuos muy audaces.

Nuestro país a ojos de  foráneos, bien por lo aislado del resto de Europa  o por nuestras propias costumbres, estaba considerado como un territorio semisalvaje más cercano al continente africano que al europeo. Acordémonos  de aquello de: ”Europa empieza en los Pirineos” y que los franceses, tan “fraternales” ellos, siempre nos lo han echado en cara a las primeras de cambio.

Uno de los pioneros en iniciar y fomentar la leyenda del exotismo español que vino después  fue, Richard Ford, que viajó por España durante los años 1830 y 1833 (tiempos de Larra y Fernando VII) y acompañó sus escritos con numerosos  dibujos de los paisajes patrios. Fue tal el éxito que tuvo el libro que escribió al volver a Inglaterra basado en sus experiencias que se hicieron numerosas ediciones. Su lectura animó a multitud de escritores y artistas a querer visitarnos.

Ford aventó  a los cuatros vientos a través de sus crónicas nuestra similitud con oriente en cuanto a los monumentos, nuestras salvajes corridas de toros  y las andanzas de los bandoleros  generosos  andaluces; esto creó una leyenda  que aún perdura.

Otro romántico impenitente, parisino para más señas, fue Teófilo Gautier.  Recorrió éste España de mayo a octubre de 1840, tiempos de Isabel II,  de liberales y conservadores, es decir de Narváez, O´Donnell  y Espartero. En ésta época nuestro país ya sufría un retraso considerable en relación a la Europa occidental. Allí ya estaban en plena revolución industrial, aquí, ni estaba ni se le esperaba.

Éste buen escritor, prendado de las costumbres y gentes de España, se llevó durante el transcurso de su viaje muchas sorpresas. Él creía que las mujeres españolas  eran todas poco más o menos que una mezcla de gitanas y moras, y al verlas, algunas rubias y con ojos azules, se sorprendía gratamente, incluso, llegó a escribir que eran mucho más atractivas y guapas que las francesas.

Otros viajeros por España que dejaron su impronta y colaboraron a agrandar nuestros  mitos  como: las corridas  de  toros, los bandoleros de Sierra Morena, las manolas o los garbosos  gitanos fueron: Víctor Hugo, (el autor de Los Miserables)  Lord ByronAlejandro Dumas, (el creador el Conde de Montecristo) Próspero Merimée, (el de la ópera Carmen) George Sand, (estupenda escritora de libros inolvidables y amante de tipos como Merimée o Chopin). Y otros muchos..

También el norteamericano Washington Irving, (el de cuentos de la Alhambra), o el pedante Hans Christian Andersen, (el de La Sirenita o El Patito feo) que volvió disgustado a su Dinamarca natal porque aquí en España nadie le reconocía. Para ser sincero y en honor a la verdad, él ya era muy famoso en toda Europa, sin embargo aquí pasó desapercibido.

Y es que… Spain was different… Lo era,  y lo sigue siendo..

Joaquín



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