Viajar es sentirse poeta,
escribir una carta,
es querer abrazar.
Abrazar al llegar a una puerta
añorando la calma,
es dejarse besar.
--García Márquez--
Hasta no hace mucho España era para los europeos un país exótico, un país misterioso, atrayente, especialmente propicio para aventuras arriesgadas. Los escasos viajeros que osaban penetrar por los Pirineos y recorrerlo sorteando nuestra complicada orografía eran unos héroes. O cuanto menos individuos muy audaces.
Nuestro país a ojos de foráneos, bien por lo aislado del resto de Europa o por nuestras propias costumbres, estaba considerado como un territorio semisalvaje más cercano al continente africano que al europeo. Acordémonos de aquello de: ”Europa empieza en los Pirineos” y que los franceses, tan “fraternales” ellos, siempre nos lo han echado en cara a las primeras de cambio.
Uno de los pioneros en iniciar y fomentar la leyenda del exotismo español que vino después fue, Richard Ford, que viajó por España durante los años 1830 y 1833 (tiempos de Larra y Fernando VII) y acompañó sus escritos con numerosos dibujos de los paisajes patrios. Fue tal el éxito que tuvo el libro que escribió al volver a Inglaterra basado en sus experiencias que se hicieron numerosas ediciones. Su lectura animó a multitud de escritores y artistas a querer visitarnos.
Ford aventó a los cuatros vientos a través de sus crónicas nuestra similitud con oriente en cuanto a los monumentos, nuestras salvajes corridas de toros y las andanzas de los bandoleros generosos andaluces; esto creó una leyenda que aún perdura.
Otro romántico impenitente, parisino para más señas, fue Teófilo Gautier. Recorrió éste España de mayo a octubre de 1840, tiempos de Isabel II, de liberales y conservadores, es decir de Narváez, O´Donnell y Espartero. En ésta época nuestro país ya sufría un retraso considerable en relación a la Europa occidental. Allí ya estaban en plena revolución industrial, aquí, ni estaba ni se le esperaba.
Éste buen escritor, prendado de las costumbres y gentes de España, se llevó durante el transcurso de su viaje muchas sorpresas. Él creía que las mujeres españolas eran todas poco más o menos que una mezcla de gitanas y moras, y al verlas, algunas rubias y con ojos azules, se sorprendía gratamente, incluso, llegó a escribir que eran mucho más atractivas y guapas que las francesas.
Otros viajeros por España que dejaron su impronta y colaboraron a agrandar nuestros mitos como: las corridas de toros, los bandoleros de Sierra Morena, las manolas o los garbosos gitanos fueron: Víctor Hugo, (el autor de Los Miserables) Lord Byron, Alejandro Dumas, (el creador el Conde de Montecristo) Próspero Merimée, (el de la ópera Carmen) George Sand, (estupenda escritora de libros inolvidables y amante de tipos como Merimée o Chopin). Y otros muchos..
También el norteamericano Washington Irving, (el de cuentos de la Alhambra), o el pedante Hans Christian Andersen, (el de La Sirenita o El Patito feo) que volvió disgustado a su Dinamarca natal porque aquí en España nadie le reconocía. Para ser sincero y en honor a la verdad, él ya era muy famoso en toda Europa, sin embargo aquí pasó desapercibido.
Y es que… Spain was different… Lo era, y lo sigue siendo..
Joaquín
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