Esta pena mía
no tiene importancia.
Sólo es la tristeza de una melodía,
y el íntimo ensueño de alguna fragancia.
-Que todo se muere,
que la vida es triste,
que no vendrás nunca por más que te espere,
pues ya no me quieres como me quisiste.
No tiene importancia
--P. M.Obligado--
El tipo se llamaba Marco Aurelio Antonino, aunque se le conoce más como Heliogábalo; está considerado uno de los más estrafalarios dirigentes de todos los tiempos. Bien, pues este tipo, emperador romano para más inri, hizo cosas como para mear y no echar gota. Veréis:
Para celebrar su llegada al trono de Roma, entró en la ciudad subido a un lujoso carro tirado por mujeres completamente desnudas (él siempre quiso ser mujer). Sus desvaríos posteriores fueron tan sonados como las desmesuradas fiestas y banquetes que organizaba el menda.
En uno de esos pantagruélicos banquetes, invitó a ocho jorobados, ocho cojos, ocho gordos (encontrar ocho gordos en aquella época no sería fácil) ocho tipos famélicos, ocho negros, y ocho albinos. Incomprensible, ¿verdad?. Además lo hizo por una apuesta con unos amiguetes de parranda
Otra de las impertinencias de Heliogábalo era gastar bromas pesadas a su camarilla más cercana. Una vez gastó una extremadamente cruel. Fue durante la celebración de una fastuosa cena con muchos invitados. Al terminar los postres hizo cerrar todas las puertas y ventanas del comedor e inmediatamente mandó soltar una manada de tigres y leones.
Imaginaos a los desgraciados comensales huyendo despavoridos como alma que lleva el diablo por todo el recinto sin saber dónde meterse. Luego resultó que a las fieras le habían arrancado las garras y dientes, y las pobres nada podían hacer, solo asustar. Pero ¡claro! figuraos el sobresalto tan atroz que se llevaron.
Nada dicen las crónicas de cuántos murieron; no por las fieras, que ellas, desdentadas, solo harían cosquillas, sino por los infartos y la posterior deshidratación por las cagaleras que muchos sufrirían para el resto de sus vidas..
Por cierto, a Heliogábalo lo asesinaron sus mismos guardaespaldas. Lo asfixiaron tapándole la boca con la esponja con la que se limpiaba el culo. Reinó apenas cuatro años, pero os aseguro que dieron mucho de sí. ¡Menudo respiro de alivio pegaron sus súbditos cuando estiró la pata!.
En fin
Joaquín
Cada dia nos sorprendes con una istoria nueva pero asi yo al menos me entero de como se las gastaban estos tipos bueno amigo besos
ResponderEliminarTus historias algunas interesantes y me sacan una sonrisa que no había tenido durante día.....gracias
ResponderEliminarMuchas gracias. Hacer levantar una sonrisa es lo máximo que uno puede pedir, te lo aseguro. Un beso
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